En una sociedad tan convulsionada como la nuestra, en la que, en los últimos años, se han agudizado las contradicciones de clase: ahora las minorías de ricos son más ricos y los pobres son más pobres, dado que Colombia es una colonia norteamericana, con gobiernos serviles que han entregado hasta lo que no hay. Por lo que se ha disparado la indigencia, más de siete millones, el desempleo, la miseria, la problemática de la vivienda de los pobres, una educación clasista, la pública que ofrece unas competencias básicas mínimas y una oferta de mano de obra barata y poco calificada, un sistema de salud en el que el capital financiero ha hecho fiesta a costa de los padecimientos de los colombianos. Tantas riquezas que tiene nuestro país, pero al pueblo no le sirven de nada. Breve radiografía de la realidad nacional, que sirva de introducción al asunto que nos atañe hoy: la posición del educador en nuestra época.
En otras épocas, el maestro tenía una posición de clase, se llamaba trabajador de la educación al servicio del pueblo, era consecuente en su día a día. El combate en el campo de las ideas y en las calles era la constante. La izquierda lideró importantes luchas, que consiguieron las grandes reivindicaciones de la educación pública. La mayoría de educadores seguía las orientaciones de sus dirigentes consagrados y estudiosos.
En los últimos años, las cosas cambiaron radicalmente, la beligerancia se acabó, el espíritu de lucha de los dirigentes se redujo a simples debates, organizar marchas poco combativas, reemplazando así la huelga. El electorerismo y la lagartería se convirtieron en la cotidianidad. Las políticas de concertación y conciliación permitieron una avanzada impresionante, en las filas del magisterio, de las posiciones más retardatarias de derecha, una desmovilización y desconfianza en la lucha, sin precedentes. Lo que, en buena parte, ha permitido que los gobiernos impusieran las reformas ordenadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario. La educación se convirtió en jugoso negocio para los grandes traficantes, la calidad se fue al suelo, le arrancaron todos los derechos a los educadores; las teorías materialistas y científicas poco se conocen, reinan las teorías posmodernas impuestas desde Harvard.
El maestro perdió la beligerancia que lo caracterizaba, ahora el que cuestiona algo los rectores verdugos, lo aíslan, amenazan o trasladan. Los profesores nuevos no han tenido una escuela política de clase, sino que, al igual que la mayoría, han sido utilizados por las fuerzas políticas de derecha e izquierda, reducidos a simples votantes y no a elementos conscientes de la situación y convencidos de su aporte en la transformación de la educación y la sociedad. Es comprensible la situación, a la nueva generación, le tocó la época de la derrota, la de agacharse a toda hora y la de la traición de sus dirigentes, lo que ha llevado a muchos a un servilismo extremo, que no reivindica su dignidad de trabajador. Aunque empiezan a haber cambios, la misma situación está llevando a una rebeldía espontánea. Llegarán momentos de efervescencia, las cosas serán a otro precio, las luchas internacionales redundarán en nuestro continente, un verdadero espíritu de clase y con ello la rebelión en plena flor, que cambiará no solo las condiciones actuales sino que sentará las bases para construir una Colombia libre y soberana, que imponga una educación científica, democrática y al servicio de la Nación. Sucederá cuando se comprenda que no hay nada que perder, sólo cadenas que romper como dice Marx.
Se necesita un maestro comprometido con el pueblo y que se vuelva un gran lector
Partiendo de estas premisas y ubicándonos en el colegio o la escuela actual se requiere un maestro con posición de clase, comprometido con nuestro país y nuestro pueblo, que piense que lo que hace en su salón de clase sirve para generar un cambio, en la mentalidad de los muchachos, respecto a que hay que cambiar la educación y construir una Colombia libre. Dicho maestro debe enseñar lo mejor, lo más avanzado de su disciplina, y para hacerlo tiene que prepararse, y estudiar, no por estudiar o conseguir un cartón en alguna universidad que regala títulos, no me refiero a ese estudio que desestimula el interés por el conocimiento. Si algo tenemos que reivindicar los educadores es el conocimiento, y si no nos prepara el sistema, que necesita ignorantes, nos preparamos nosotros mismos. Hay que saber de la disciplina en la que trabajamos, sea cual sea. Si somos matemáticos estudiar sus avances, quererla y bregar a desarrollar la pedagogía más adecuada. Por eso tenemos que empezar a oponernos a medidas como que “usted que es matemático dicte educación física o el de español dicte ética y valores”. No señores, hay que hacerle honor a nuestros estudios, al tiempo dedicado a prepararnos, ser conscientes que dictar o trabajar en una asignatura que no es la de uno, es un gran perjuicio para los estudiantes y para uno mismo.
Es indispensable que nos volvamos lectores permanentes, sino leemos seremos presa fácil de cualquier charlatán y le creeremos a todo el mundo, menos a nosotros mismos. Nuestro punto de vista no puede partir de la televisión dominada por el capital, ni de los libros que el sistema quiere que leamos. Estamos minados de especuladores que tienen “reputación”, contratados por las Secretarías de Educación, son simples repetidores de Harvard y el Banco Mundial. Los famosos “talleres” que hacen, los termina elaborando el maestro, no aportan nada nuevo e interesante. En cambio, hay tantos materiales sobre pedagogía e historia de la educación, que valdría la pena repasar, como: Piaget, Montessori, Durkheim, Pestalozzi, Vygostki, Alegría, Freire y muchos más. Ellos nos pueden enriquecer en nuestro quehacer pedagógico. Los posmodernos los están tergiversando para degradar la educación. Acomodan algunas frases de aquellos a sus pensamientos. Hay que leer a los clásicos de la literatura y de las ciencias. Y en política refrescar a los marxistas que tienen tanta vigencia y tanto que enseñarnos. Nos caería bien comprender la visión materialista sobre cómo se produce el conocimiento.
¿Cómo pedimos a nuestros estudiantes que sean buenos si no damos ejemplo? Hay que tener autoridad moral para pedir. Es cierto, que el maestro está en su peor momento, son muchos los enfermos. Aún así, no podemos esperar a que las cosas cambien solas, seremos el educador que requiere este sistema. Y la mejor manera de no caer en ello es leyendo, es estudiando. Hay que superar el promedio de lectura en Colombia: uno o dos libros por año. Si leemos nos actualizamos y tendremos muchas propuestas para hacerle a los muchachos y hacer que nuestras clases sean agradables, que rompan la rutina, que no sean para mortificar a los estudiantes y terminen fastidiando algo que puede ser hermoso.
Requerimos tener un espíritu de crítica, no tragar entero todo lo que se dice, tener una lógica mínima de saber de donde provienen las ideas y a quién le sirven, si son del gobierno, es muy posible que no sean buenas, obvio que hay que estudiarlas para poder rechazarlas. Desmenuzarlas y analizarlas inscritas en el conjunto de todas las reformas, no de manera aislada. La mayoría de ellas, han sido dañinas para nosotros, los niños y el país. A veces sólo aplaudimos y aplaudimos sin saber el trasfondo de lo que dicen los exponentes de la Secretaría de Educación o las Universidades, que los Estándares, las Competencias básicas, la maya curricular, la interdisciplinariedad, la educación en contexto, la competitividad, la inclusión y demás sandeces, casi todas del Banco Mundial.
Se hace necesario superar el facilismo, jamás conduce a nada bueno, el gobierno quiere que trabajemos sólo talleres en grupo, para garantizar cincuenta estudiantes por salón De esta manera el estudiante no aprende nada, uno de ellos desarrolla el taller y los demás firman. De esta forma todos perdemos. Hay que pensar que lo que hacemos en la clase debe ser útil al muchacho, para desarrollar su pensamiento, su lógica, su capacidad de abstracción, su cultura general, su amor por el estudio, por el país, por el respeto a sí mismo y los demás. Son tantas cosas que podemos hacer, porque ser maestro hoy es un verdadero reto. Es bueno, el que se lo propone, se actualiza, el que comprende cómo está el país y entiende porque los muchachos piensan así. Ese maestro puede tener alternativas variadas e interesantes que lleven a ese chico a enamorarse de su clase y del estudio. Dice el escritor Rilke que” La gente, apoyándose en los convencionalismos, tiene todo resuelto: va a lo fácil y a los aspectos más fáciles de lo fácil; sin embargo, es evidente que debemos atenernos a lo difícil; toda cosa que vive tiende a ello; todo en la naturaleza se desarrolla y se defiende según su especie, sacando de sí mismo, a cualquier costo, esa forma única que le permite resistir. Poco sabemos, pero que debemos mantenernos en lo difícil es una certeza que no debe dejarnos nunca. Estar solo es bueno, porque la soledad es difícil. Que algo nos sea difícil debe ser un motivo más para llevarlo a cabo” (1)*
Los maestros serán, excelentes, porque son muchos los obstáculos que hay que superar. Lo cierto es que sí se puede ganar a los muchachos para el saber, a diferencia de lo que ha propuesto el gobierno, llevarlos por los caminos de la prostitución o la delincuencia. Muchísimos docentes lo hacen, día a día, con mucho amor, con dedicación, esfuerzo, tenacidad, inteligencia y persistencia. Por lo mismo, no es posible que haya colegios llenos de excelentes libros y se los esté comiendo el comején. Si luchamos para que nuestros niños sean buenos lectores, habrá menos posibilidades de que esas criaturas se pierdan. Es inaudito que haya laboratorios de física, química, sociales y sea el polvo quien los utilice. El conocimiento entra más fácil cuando se utilizan más sentidos, el oído, el olfato, la vista, el tacto, así el cerebro guardará mejor dicho saber. Cuando el niño pinta, escribe sus propias ideas, lee, hace maquetas para comprender la física, usa el diccionario, repite las veces que sea necesario el experimento, hasta que lo haga bien, se mancha, usa el computador, las pipetas de química, el microscopio, comprenderá mucho mejor lo que se explicó en la clase. Podrá ver lo hermoso que es el conocimiento. Son muchos los recursos que podemos utilizar y la situación de hoy nos lo exige, por la clase de niños que manejamos. El conocimiento es una relación dialéctica entre teoría y práctica. La teoría enriquece a la práctica y la práctica a la teoría. Uno de los dos no es suficiente. Si el facilismo nos gana, nos estancamos, en dictar y dictar, en llenar y llenar cuaderno para que los chicos, después no recuerden nada.
Se precisa hacer un trabajo, como lo hacen cientos de maestros, con férrea convicción, ésta es una profesión muy linda, aún en las condiciones actuales, que es tan difícil ser maestro. El contacto con la niñez es hermoso, tratar con niños pensando que trabajamos con piedras preciosas, que con dificultad, se pueden tallar. Se pueden obtener pequeñas conquistas, que hay que aprender a ver. Es bonito trabajar con jóvenes, “locos adolescentes”, que podemos ayudar. Esta es una generación que ha sido bombardeada ideológicamente a través de los medios de comunicación que, en general desprecia el conocimiento que ha construido la humanidad por siglos. Los niños son inocentes de lo que pasa, no nacieron con la genética de desobedecer, ni de la ignorancia. Además el Manual de convivencia de este país es la Ley del infante y el adolescente, responsables con la Promoción automática, el hacinamiento, las tesis posmodernas y otras de llevar a nuestros muchachos a donde se encuentran. No basta con saber de los problemas, tenemos que empezar a solucionarlos y lo primero es creer en nosotros mismos y en lo poderosos que seremos, si nos unimos y organizamos.
La televisión actual es muy perjudicial, hay que combatirla
En la actualidad están educando a los niños y jóvenes la televisión, la radio, la música comercial, el chat, más que el colegio, más que el maestro. Buena parte de las conductas que toman los muchachos son ejemplos de personajes de telenovelas y otros programas. La influencia es poderosa en la mente de ellos, los chiquitines ya quieren imponer la indisciplina y el irrespeto como una constante de su conducta. La sociedad de consumo los ha convertido en esclavos del celular, andan con él interrumpiendo la lectura o cualquier explicación en las clases. Estas generaciones, según los médicos, pronto van a perder el oído. La moda también es impuesta por los medios y el sometimiento a ella es directamente proporcional a la cultura, a su nivel de conocimiento, entre más cultura, menos sometimiento al consumismo y más sencillez y a la inversa. Por eso, como maestros tenemos que comprender estos temas con ellos y nosotros mismos. Pueda que determinada moda no nos guste, pero no se nos puede olvidar que nosotros también fuimos jóvenes. Es preciso hacer una campaña fuerte contra esta televisión, cuántas veces han presentado Pandilla, guerra y paz y cuántas telenovelas han mostrado a un héroe agresivo, degradado, sometido a los vicios y malos comportamientos, con un vocabulario soez y vulgar. Los niños de este país no deben ver esa televisión, sobre el narco, la morbosidad sexual, la condición degradada de la mujer. Si a los chiquitines se los lleva a tener relaciones sexuales prematuras, la consecuencia es obvia: los embarazos de adolescentes (7.000 al año). Son muchas las películas como Rosario Tijeras, Sin tetas no hay paraiso, Los sapos de la mafia y otras tantas, promovidas con la intención de desacreditar a nuestro país, mostrar como si todo el pueblo fuera así. Resulta que la inmensa mayoría de nuestras gentes son honradas y trabajadoras.
En la actualidad, la mayoría de la delincuencia está constituida por adolescentes. Esos niños no nacieron así, el sistema los formó y ahí es donde el maestro puede disputarse esa criaturita, para que sea un gran ciudadano, orgullo de su colegio, su familia y la sociedad. No es una tarea fácil, pero los niños y jóvenes son nuestro día a día, el objetivo de nuestra profesión. Siempre y cuando seamos conscientes de esa realidad, tengamos una posición de clase y asumamos nuestro papel, que la historia nos asignó. Debemos definirnos de qué lado estamos, a quién le servimos. A unas reformas hechas por organismos a quienes no les importa el progreso de Colombia, y menos los niños. O nos ponemos del lado del pueblo, de sus hijos y del progreso de nuestro país. No hay término medio y no podemos tratar de quedar bien con todo el mundo, eso es imposible. Estamos a este lado del río o creemos que estamos por encima de las mayorías y sólo pensamos en el carro, la finca, los negocios, el dinero y más dinero. Si reina en nosotros el egoísmo, la vanidad, imponemos las rencillas por cualquier cosa. Entonces, estamos en la profesión equivocada y debemos ser honestos con nosotros y con los estudiantes.
Volvernos amigos de los estudiantes y comprender la situación para transformarla
No se trata de convertirnos en los enemigos de los muchachos, porque piensan de esta manera. Es un grave error, presentarnos en contra de todo lo que dicen y hacen esos niños. Si somos inteligentes podemos ceder cosas no tan importantes, para ganar terreno entre ellos. Es mejor convertirnos en sus amigos, las personas que lo pueden orientar, a fortalecer su personalidad, a que sea más seguro, más tranquilo, en un mundo de tanta confusión y engaño. Ojalá que ese niño se sienta a gusto estudiando, que aprender no sea una tortura, sino algo agradable. Nosotros, al fin de cuentas somos los adultos, los que estudiamos para ser educadores, podemos, si queremos ayudarlos a cambiar. Hay muchos jóvenes que tienen posiciones muy interesantes, son muy maduros para la edad que tienen y para el medio que los rodea, no todo está perdido, hay mucho por hacer, las discusiones son muy educativas, así aprenden de ellos mismos y el maestro aprovecha, para educar de manera indirecta.
La relación dialéctica de educar y aprender se mantiene, así el régimen diga que ya nadie enseña, lo que contradice la realidad de todos los días y de la historia. Siempre hay los que enseñan y los que aprenden. Ahora, el que enseña también aprende de sus alumnos. Aprendemos, incluso del torpe e ignorante, como dice el poema. Si deseamos instruirnos, lo podemos hacer hasta el día de nuestra muerte. Con humildad debemos trabajar, porque somos seres humanos y siempre nos equivocamos. Hay que aceptar el error y pedir disculpas, si es necesario, con eso no perdemos nada, al contrario, ganamos respeto y mostramos nuestra madurez. Sólo hay que dejar la arrogancia, propia de los que menos saben. Con el ejemplo, enseñamos a los jóvenes a aceptar el error y a rectificarlo.
El conocimiento, como el ser humano, siempre está evolucionando, no se estanca y no nos podemos quedar con el cuaderno de apuntes de hace treinta años, es posible que ese cuaderno tenga ideas o teorías valiosas que podemos adecuar a este momento. Se requiere evolucionar en los métodos de enseñanza, ser más ágiles, acordes a estas generaciones de jóvenes que nacieron con el internet, prepararnos bien, presentar alternativas, tener en cuenta el punto de vista de los muchachos, no siempre tenemos la razón, somos humanos y como tales no somos perfectos. Facilitar las cosas no quiere decir que no seamos exigentes y que compartamos la idea del gobierno de enseñar lo menos que se pueda. Nuestro país necesita salir del atraso y la miseria y no será fomentando la ignorancia, todo lo contrario. Ese muchacho debe estar muy bien preparado. Acordémonos de hace unos veinte años, la educación pública era mejor que la privada, existían niveles de exigencia, el que estudiaba pasaba, y de muchos colegios los muchachos salían directo a la universidad. La inteligencia de los pobres es igual a la de los ricos, sólo que ahora nos tratan de convencer que pobrecitos los pobres, no pueden aprender y por eso hay que dejarlos ignorantes.
Nuestro día a día no puede ser el regaño sobre cosas que no son tan importantes, como dicen ellos, “si tengo el pelo más largo o más corto ¿eso que me quita o me pone a mis modales y a mi interés por el estudio?” Pensemos ¿qué es lo más importante?, que ese niño tenga pircing o que no lo tenga y caiga en una pandilla. Puede tener el cabello largo y ser estudioso y respetuoso. Hay muchos muchachos buenos, con buenas costumbres interesados por el estudio, tenemos que resaltar y ver las cosas positivas que tienen. Porque también hay maestros dedicados a hablar a toda hora de lo malo y lo malo, no tienen ojos para ver las cosas buenas que tienen los estudiantes, y eso también es muy dañino.
No digo con esto, que no debe haber disciplina, como lo ha impuesto el gobierno, eso es un grave error. Para formar a los niños y jóvenes debe haber una disciplina mínima de respeto mutuo, si no la hay es imposible educar. El niño debe saber que está bien y que está mal, si hay que sancionarlo hay que hacerlo. Lo opuesto de lo que pasó con nosotros, cuando éramos niños, el castigo físico estaba al orden del día y terminamos siendo muy pasivos y dóciles. Hoy no hay necesidad del castigo físico. Hay muchas maneras de ejercer la autoridad. Tenemos que elaborar un manual de convivencia que acepte la sanción progresiva, hasta llegar, si es necesario, en casos graves a la expulsión. No se puede seguir aceptando lo que dice y hace la Secretaría de Educación, si el muchacho violó a dos niñas o cometió otro delito grave y fue expulsado por las directivas, da la contraorden de regresarlo al colegio, con el pretexto de la Libre personalidad y del Derecho a la educación ¿Cómo quedan la autoridad y los profesores de ese colegio? Por el suelo, el muchacho y los demás van a creer que esa autoridad “la pueden pasar por la galleta” y harán hasta lo imposible por imponerse. A nombre de los derechos de unos, no se puede atropellar a los otros. Se constituye así la negación
de la autonomía escolar, de la que tanto se habla y se niega todo el tiempo.
La clase de español, puede ser la clase más linda de todas. Aunque, lamento decir que muchos de mis colegas no leen ni promueven como debe ser la lectura. Reduciendo la clase a simples talleres en grupo. ¿Qué aporte se le hace a ese chico, de qué manera está desarrollando su inteligencia? A los cinco minutos se le olvidó de qué trata dicho ejercicio. De esta forma cualquier clase termina aburridísima. De pronto es cómodo para el maestro pero no es bueno para los estudiantes a quienes pretendemos enamorar del estudio. Otros docentes están preocupados por dictar y dictar para llenar cuaderno, y de eso ¿qué aprendió el muchacho? ¿Qué le quedó en su cabecita? Tenemos que pensar, en ese muchacho que no quiere aprender, lo que es para nosotros un reto muy grande y si somos inteligentes y queremos hacerlo, no es fácil, pero si es posible, es necesario ver esos pequeños avances. Hay que diseñar un programa a largo plazo, mínimo quince o veinte años, implementarlo de manera conjunta y organizada secuencialmente. Empezando con el niño desde pequeñito.
La clase de español requiere de maestros que sepan de español, de la gramática de uso, que necesita el muchacho todos los días. Saber de la historia y evolución de nuestro idioma materno, que está amenazado en la actualidad, con tanta injerencia del inglés. Porque incluida la Escuela no se hace nada por proteger y cuidar nuestro idioma materno. Los países desarrollados protegen sus idiomas, obligan, por ejemplo, a emisoras y tv a emitir 60% de sus programas en su lengua oficial. Debemos llevar al estudiante a que ame el español. Por lo que no podemos aceptar que la clase de español se reduzca a aprender a leer y escribir. La clase de español es mucho más que eso.
Los muchachos tienen serios problemas porque no les gusta leer, lo que es muy grave, piensan que sin leer se puede obtener un título, ¿así para qué sirve ese título? Para nada, el título debe tener un respaldo. Tenemos que ingeniarnos las maneras de enamorarlos de la lectura y llevarlos al punto que comprendan que, sin lectura no puede haber estudio y si él se convierte en un buen lector será un buen estudiante y a lo mejor quiera prepararse mejor. Si nos toca leerles, les leemos, si hay que buscar los libros especiales para ellos, los buscamos, tenemos que empezar de a poquito sin cansarlos, y si en este sistema sacamos lectores, así no sean todos, hemos ganado. Los chicos tienen pésima escritura, ni qué decir de la ortografía, son verdaderos horrores. Creen que, cada uno se inventa los rasgos de las letras, por supuesto nadie les entiende, terminan el bachillerato escribiendo así. Lo que demuestra que los maestros de español estuvieron ausentes, que no hubo una secuencia. Esta tarea no es sencilla, pero es necesaria. Es preciso trabajar la escritura y la ortografía en serio, porque son fundamentales para su comunicación. Si creemos que son muchos a los que tenemos que atender, en serio debemos organizarnos y echar abajo el hacinamiento que reina en los salones de clase. Ya debemos empezar esa batalla y podemos avanzar, si nos ganamos a los estudiantes y padres de familia. Si seguimos con nuestra actitud pasiva y de resignación, jamás ganaremos.
He visto en varios colegios cantidad de libros de escritores excelentes que pueden cautivar a los chicos, nadie los lee. Si el maestro no lee, los muchachos tampoco y es algo que hay que corregir. Es inaudito que haya muchachos que quieran leer y que los profesores no se lo permitan. Hay que utilizar los recursos que tenemos, el televisor, películas lindas de cine- arte, el videobeen, se usa más para explicar las políticas del imperio en las reuniones de profesores. Tampoco se trata de poner películas para perder tiempo, a esas cintas hay que sacarles el jugo, pueden ayudar a mejorar el nivel de dispersión tan alto, se distraen por todo, les cuesta trabajo concentrarse y por ende su comprensión no es buena. A veces una película puede explicar mejor, temas que parecen complicados. Los ejercicios de expresión oral son muy buenos, les ayudan a superar la timidez, rompen la rutina. Les encanta hacer teatro, y con eso aprenden mucho. No es cierto que estas actividades sean para perder el tiempo. Las artes en la actualidad deben ser una prioridad, tienen magia para conquistarlos.
No somos buenos maestros porque el cuaderno está lleno, quizás de cosas que no entiende ese niño. La pregunta clave es ¿Cómo hacer para conquistar y enamorar a los chicos para el conocimiento de las artes, la ciencia, el deporte y la cultura en general? Hay estudiantes que les gusta la matemática, en buena medida porque tuvieron un maestro que no sólo sabía bien su área, sino que además gozaba enseñando. Deben estar fuera de este bello oficio quienes no se han preparado para ello o a quienes no les gusta. Porque no podemos estar en ese plan de ver en qué momento nos escapamos y no hacemos la clase. No refleja madurez, ni comprensión por la problemática que estamos atravesando. No trabajamos por un patrón que nos vigila y nos puede sancionar. Hay que conspirar contra el requisito y trabajar por nuestros niños, porque no se pierdan. Y si nos toca hacerle un papel al colegio, lo hacemos como ellos quieren. No podemos aceptar la permanente improvisación de cada administración. De esta forma es imposible obtener buenos resultados. El maestro puede llegar a tener un poder muy grande si se lo propone, si lo sabe utilizar para bien del conocimiento y de los muchachos, porque hay quienes lo usan para hacer cosas poco éticas.
El descreste de los charlatanes, no es fácil de identificar
Los posmodernos tienen minado todo el espectro de la educación y eso lo han hecho gracias a que el gobierno los ha pagado divinamente, para echar toda clase de peroratas, casi siempre réplicas de lo ordenado desde el norte: ideas que pretenden cambiar las funciones del educador y la educación, han difundido la idea de que transmitir conocimiento, hacer la clase magistral son conceptos obsoletos, que el saber hay que crearlo en el aula de clase y con los niños dominados por la televisión. Negando todo el caudal histórico del saber. El educador, según estas ideas, es un simple cuidandero, sin autoridad, ni respeto y no decide sobre el rumbo de la educación, se debe limitar a recibir órdenes, que aplicamos y muchas veces sin reflexión alguna, sin tener en cuenta las condiciones particulares. Agregan dichas tesis del Banco Mundial, que no existe una relación dialéctica entre enseñar y aprender, que nadie enseña, que hay que enseñar más valores que saberes, que la escuela debe convertirse en la escuela del afecto, dicen: más afecto y menos conocimiento. También plantean que hay que trabajar cantidad de proyectos transversales, que la institución educativa debe resolver la problemática social, que la ética para arriba y para abajo, en una sociedad cada vez más descompuesta, dominada por el capital, que no sabe de ética ni de valores. De igual forma, hablan de la educación en contexto, de la pertinencia, la competitividad, la maya curricular, las inteligencias múltiples y otras palabrejas que descrestan.
Vendieron la idea de la interdisciplinariedad como si fuera la octava maravilla y resulta que junto con las demás, son dañinas, porque contribuyen a rebajar la profundidad y especialización propias de las disciplinas del saber. Lo que maneja la industria moderna es la especialización y profundidad del conocimiento y no la superficialidad que nos están vendiendo con todas estas ideas seudo- científicas. La industria automotriz maneja alta matemática, ingeniería especializada, no se hacen carros, ni computadores con simples competencias básicas.
Gastan cantidad de millones haciendo propaganda contra los padres de familia, con el cuento del maltrato infantil. A ellos, también les quitaron la posibilidad de orientar a sus hijos, porque no los pueden castigar. Chiquitines que le dicen a sus papás: “si me castiga le pongo una tutela”. Entonces, ¿cuál es la autoridad de ese niño? La televisión, esa es la que está educando. El que maltrata a los niños, los padres, los educadores y a toda la población es un gobierno arrodillado al Tío Sam, que elimina empleos, impone la esclavitud moderna, permite el saqueo de nuestros recursos naturales, niega los más elementales derechos. No son los padres, el problema principal, ellos son víctimas de un sistema. Lo malo es que haya maestros que crean esas argucias, que parecen verdades, pero son ideas falsas, si las analizamos con mucho cuidado, nos daremos cuenta que sirven para degradar la educación de nuestros niños.
¿Quién impuso la promoción automática y las competencias básicas y el hacinamiento, quién le quitó la autoridad y respeto al maestro, quién impuso la Ley del menor y el infante? No han sido los padres de familia. Requerimos estudiar con más detenimiento cada una de las reformas y teorías, para comprender a fondo y con argumentos serios poder criticar y echar abajo, todas estas medidas. Colombia necesita la mejor educación, la más avanzada y científica, que represente los intereses de la Nación y a la que tengan acceso las grandes mayorías del pueblo.
La necesidad de organizar a estudiantes y padres como aliados
Los padres de familia y los estudiantes, antes de ser nuestros enemigos de clase son y pueden llegar a hacer nuestros mejores aliados, de manera conjunta representamos un grueso de la población muy poderoso. Podemos llegar a hacer fuertes si hacemos un trabajo de concientización con la comunidad educativa. Construir verdaderas organizaciones que representen los intereses de la educación pública y no de grupos que las utilizan para su cauda política y electoral. Se requiere un trabajo permanente, no es fácil, pero es más difícil lo que está sucediendo. Como buena parte de profesores no creen en la lucha, están llenos de temores, se comen las angustias en silencio y por ende se enferman. Siempre estamos en condición de derrota, de desorganización, que nuestros verdugos aprovechan. Nos echan en contra a estudiantes y a padres, aplicando la Ley universal de: Divide y reinarás. Es de las cosas que debemos comprender y transformar. Si somos capaces de ver en la oscuridad la pequeña luz, entonces, serán otros los que sientan miedo, cuando ese poderoso ejército de hormiguitas se levante como un solo hombre y eche atrás la ignominia en la educación. Y no es que nos debemos salir del sindicato, esas organizaciones son nuestras y hay que rescatarlas de todos aquellos que se han beneficiado de ellas, los sindicatos se hicieron para servir a las grandes mayorías.
Concha Benavides
Bogotá, mayo 30 de 2011
(1) “ Cartas a un joven poeta” Rainer María Rilke
* Las negrillas son nuestras
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