lunes, 30 de septiembre de 2013

Sobre las vías de hecho en la Universidad de Caldas

Por: Natalia Agudelo Sepúlveda
Egresada Universidad de Caldas



A propósito de la legítima y justa causa de sus reclamos y, lastimosamente, a propósito de las esquizofrénicas misivas de un grupillo de profesores.

Las vías de hecho son las que más parecen preocupar a todos aquellos que están, de una u otra manera, en contra de la movilización actual de la Universidad de Caldas. A esas vías de hecho las denuncian, las más de las veces, a través de discursividades que enaltecen la deliberación, la racionalidad y el derecho. Esta forma de analizar y criticar al movimiento universitario, una forma que por cierto es recurrente y táctica en los discursos políticos, lo que quiere es generar un imaginario mordaz de oposiciones políticas: buenos/malos, amigos/enemigos, racionales/irracionales. 

El hecho de inculcar estas falsas oposiciones en el imaginario colectivo implica ir desarrollando una idea de pasividad en quienes están dubitativos al respecto del quehacer del movimiento, es decir, tal idea de pasividad –que se relaciona directamente con la idea de lo “pacífico”- es un recurso para minar desde adentro, para romperlo, al movimiento universitario. En el momento en el que la idea de pasividad y la idea de lo pacífico se entremezclan a través de tales herramientas discursivas, se cambia la realidad de los que miran el contexto universitario y empiezan a “ver” violencia en cualquier manifestación no incluida dentro de la “legalidad”. Ahora, vale la pena aclarar que un bloqueo, una marcha, o cualquier otro recurso de movilización que apele a las vías de hecho que hoy se emplean en la Universidad de Caldas (puesto que el derecho es maestro de las vías burocráticas, lentas e inalcanzables) no son violentas, no están en contra de la racionalidad ni en contra de la deliberación ni en contra de los argumentos. 

Las vías de hecho hacen parte legítima de cualquier proceso colectivo que apela a una transformación de relaciones de dominación o exclusión de cualquier tipo. Las llamadas vías de hecho son, realmente, métodos y prácticas de movilización no tradicional que tienen objetivos, funciones y fines específicos, ninguno de los cuales tiene que ser necesariamente el no uso de las vías de derecho. Existen –además- innumerables vías de hecho, y muchísimas de ellas están del lado de la No-violencia. Y, más importante aún, usarlas es legitimarlas, lo que parece urgente en un país en el que los medios de comunicación de masas, el Estado y sus ideólogos y analistas, recurren a opacar tales tipos de prácticas colectivas.

Bloquear una Universidad a través de una práctica colectiva no sugiere que está cerrada. El bloqueo es una redefinición del espacio y de todo lo que con él puede hacerse. Se bloquea para apropiársele de una manera no institucional. Por los mismos motivos se toman las calles por asalto, para redefinirlas, para generar opinión pública. Un bloqueo no es una parálisis, es la palabra puesta en el espacio. Un bloqueo no es la oposición a una universidad abierta y crítica, es su actualización.

A aquellos que enaltecen vagos principios liberales para estar en contra de la movilización de la comunidad académica actual, valdría la pena hablarles de los Jacobinos, del incendio en La Bastilla y de las decapitaciones al enemigo. Qué emocionante hablar de principios liberales cuando omiten el contexto en el que nacieron. A aquellos que hablan de que “necesariamente” la universidad es una comunidad jerarquizada, valdría la pena contarles de todas las luchas que se han llevado a cabo para que ello no parezca una cosa natural, hablarles del Manifiesto de Córdoba y de su incidencia en las transformaciones educativas en nuestra Patria Grande.

De hecho el debate parecería interesante: ¿es la Universidad una comunidad jerarquizada? Y, mejor aún, ¿es una comunidad jerarquizada en la medida en que “sus objetivos y sus funciones están determinadas por una nación”? Yo le diría a los profesores que escribieron esta misiva que justamente la denuncia del movimiento universitario trata sobre lo que aparece ausente en tal afirmación: la Universidad no puede ser una comunidad jerarquizada cuando sus objetivos y funciones están del lado de un Estado que, anclado en la lógica del mercado y a través de pautas neoliberales, necesita acabar con el criterio de lo público en las instituciones de Educación Superior. Cuando una universidad está jerarquizada –y cuando esta afirmación sirve de argumento para la reelección de un rector ilegítimo y para la crítica a las vías de hecho- lo único que se demuestra es que no existe ni la apertura ni las condiciones para la participación de los colectivos universitarios críticos en la idea de una universidad transformadora que, dicho sea de paso, piensa la relación urgente entre Colombia y Dignidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Traducir esta página

Buscar noticias en esta página

Entradas populares

Contacto

prensauniversidad@gmail.com