El Presidente Hugo Chávez, en una saludable y razonable decisión, vetó la aprobación de la Ley de Universidades y la devolvió al parlamento. Esa decisión se sentía en el ambiente de finales de 2010 pues, mientras le puso el ¡Ejecútese! al conjunto de leyes como la Ley Habilitante, la reforma de la Ley Resorte y otras de importantes leyes, a la Ley de Universidades se le dio de largo y ello sugería que algo estaba pasando, que existía una contradicción importante entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo con relación a esa ley.
Claro, la dinámica del fin del año, caliente el ambiente político por el protagonismo de la contrarrevolución que tomó la bandera de la ley de universidades aprobada con confusos o falsos planteamientos como aquel de que ésta violaba la autonomía universitaria, pretexto para defender la estructura medioeval de las universidades nacionales “autónomas”, frenar la democratización de las universidades con la paridad del voto de profesores, estudiantes, trabajadores administrativos y obreros; tratar de impedir hasta lo imposible el control en la ejecución de los presupuestos universitarios y de los llamados “ingresos propios”, caja negra que oculta dolo, corrupción y el despilfarro de los dineros universitarios por parte de las autoridades derechistas que las dirigen. En suma, frenar el democratizar las universidades.
Con show como la “vigilia” el 31 de diciembre en la Plaza del Rectorado de la UCV, la derecha abría los fuegos de la lucha política anti gubernamental en el complejo ambiente político que se abre en el país a partir del 5 de enero con la instalación de la nueva Asamblea Nacional donde 65 diputados representan lo más retrógrado, reaccionario y ultramontano del país y que, con seguridad, plantearían en los primeros debates con la bandera de la “inconstitucionalidad” de la Ley de Universidades, porque ese era el “plato fuerte” de la batalla política que se inicia.
El giro político estratégico de Chávez luce magistral, una impecable maniobra que le mueve el piso a la derecha, la desarma, le quita su principal bandera contrarrevolucionaria y llama al debate de las ideas nuevamente, porque ese debate de la ley aprobada viene dándose desde hace varios años entre los sectores revolucionarios y populares, igual a como se discutió la Ley Orgánica de Educación, lo que pasa es que la derecha nunca le interesó el debate que sobre el tema que se planteaba, menos con la participación en esos debates de la chusma popular de estudiantes y trabajadores universitarios a quienes le niegan el voto paritario.
El objetivo no era ni es debatir concepciones teóricas, ideológicas o políticas, en síntesis, el debate y la lucha de las ideas, sino evitar que las carcomidas y debilitadas estructuras universitarias como las de la UCV, LUZ, ULA, etc., se terminen de caer y con esas vetustas estructuras se caigan los millonarios negociados que enriquecen los grupos mafiosos que se atrincheran en esas universidades, las que utilizan de estructuras políticas para la conspiración contra la revolución bolivariana y socialista, las que manipulan estudiantes sifrinos y pequeños burgueses, pichones de fascistas, incendiarios.
Luego de escuchar variadas opiniones sobre la Ley de Universidades, desde Toby Valderrama de ‘Un grano de Maíz’, de ex ministros de educación revolucionarios y otros sectores revolucionarios que aportaban sus preocupaciones por algunas debilidades que a su juicio se encontraban en el texto aprobado, de juristas y antiguos maestros suyos, y no existiendo ya la AN que aprobó la Ley, pues su período concluyó el 3 enero de 2011 –es mi interpretación–, estimó el presidente, enviar el texto no refrendado a la nueva AN ya que lo más prudente era abrir, en un espacio mucho mayor, nacional, el debate sobre el importante tema e invitó a los sectores universitarios de derecha que lo adversan, ya que tanto lo han reclamado, a participar en las discusiones y a presentar sus propuestas.
Lo que significan, representan y son las universidades nacionales en manos de la derecha, es uno de los casos más preocupantes de la realidad de cambios revolucionarios y estructurales que se dan en Venezuela. No sólo han estado de espaldas al país estos 11 años del proceso de cambios, a los cambios y han secuestrado el conocimiento, le niegan al pueblo en revolución infinidad de saberes allí acumulados. Estar de espaldas al país en el plano académico es imponer un modelo único neoliberal de pensamiento a los estudiantes; filtrar la entrada de estudiantes de origen proletario o campesino a través de pruebas o exámenes de admisión donde de 5 mil participantes –que, además, pagan para ello– son aprobados apenas 150 ó 200 aspirantes en cada carrera.
El funcionamiento de universidades como la UCV actual se rige por la actual Ley de Universidades que impuso el Congreso Nacional adeco/copeyano, bajo la presidencia de Rafael Caldera y con tanques de guerra dentro de esa casa de estudios, pues había sido allanada luego de las grandes jornadas y debate de ideas en el Movimiento de Renovación Universitaria que planteaba cambios o reformas que, vistas en el tiempo transcurrido –38 años– nada tenían que ver con lo que hoy plantea la Ley de Universidades. Pero no sólo eso, en la medida que se fue privatizando la educación superior, se preparaban –y preparan– profesionales tecnócratas, médicos mercantilistas y decenas de carreras en función del neoliberalismo productivo y del más salvaje de los capitalismos.
Esta no es una pelea de ahora, viene de muy atrás, de luchas de vieja datas que ha dejado un reguero de cadáveres, de mártires, una acumulación de luchas estudiantiles, revolucionarias por una universidad autónoma y verdaderamente libertaria, que realmente venciera las sombras; no ésta mueca de universidad, anti popular, anti nacional, defensora de intereses transnacionales, que se pone a la vanguardia de la contrarrevolución y se lanzan sus dirigentes rectorales, con sus togas medioevales y su pensamiento decimonónico, al “combate” para derrocar al gobierno en el nuevo plan golpista en marcha.
La decisión del jefe de Estado le dio un nuevo giro a la discusión de la ley de universidades y puso a la derecha contra la pared. Esperemos los resultados de estos debates, es decir, que se enriquezca la discusión con los aportes del movimiento popular y revolucionario, porque dudamos que la derecha vaya a aportar algo, ellos no van a “colaborar” fortaleciendo el pensamiento de la izquierda ni mucho menos de la revolución bolivariana.
Claro, la dinámica del fin del año, caliente el ambiente político por el protagonismo de la contrarrevolución que tomó la bandera de la ley de universidades aprobada con confusos o falsos planteamientos como aquel de que ésta violaba la autonomía universitaria, pretexto para defender la estructura medioeval de las universidades nacionales “autónomas”, frenar la democratización de las universidades con la paridad del voto de profesores, estudiantes, trabajadores administrativos y obreros; tratar de impedir hasta lo imposible el control en la ejecución de los presupuestos universitarios y de los llamados “ingresos propios”, caja negra que oculta dolo, corrupción y el despilfarro de los dineros universitarios por parte de las autoridades derechistas que las dirigen. En suma, frenar el democratizar las universidades.
Con show como la “vigilia” el 31 de diciembre en la Plaza del Rectorado de la UCV, la derecha abría los fuegos de la lucha política anti gubernamental en el complejo ambiente político que se abre en el país a partir del 5 de enero con la instalación de la nueva Asamblea Nacional donde 65 diputados representan lo más retrógrado, reaccionario y ultramontano del país y que, con seguridad, plantearían en los primeros debates con la bandera de la “inconstitucionalidad” de la Ley de Universidades, porque ese era el “plato fuerte” de la batalla política que se inicia.
El giro político estratégico de Chávez luce magistral, una impecable maniobra que le mueve el piso a la derecha, la desarma, le quita su principal bandera contrarrevolucionaria y llama al debate de las ideas nuevamente, porque ese debate de la ley aprobada viene dándose desde hace varios años entre los sectores revolucionarios y populares, igual a como se discutió la Ley Orgánica de Educación, lo que pasa es que la derecha nunca le interesó el debate que sobre el tema que se planteaba, menos con la participación en esos debates de la chusma popular de estudiantes y trabajadores universitarios a quienes le niegan el voto paritario.
El objetivo no era ni es debatir concepciones teóricas, ideológicas o políticas, en síntesis, el debate y la lucha de las ideas, sino evitar que las carcomidas y debilitadas estructuras universitarias como las de la UCV, LUZ, ULA, etc., se terminen de caer y con esas vetustas estructuras se caigan los millonarios negociados que enriquecen los grupos mafiosos que se atrincheran en esas universidades, las que utilizan de estructuras políticas para la conspiración contra la revolución bolivariana y socialista, las que manipulan estudiantes sifrinos y pequeños burgueses, pichones de fascistas, incendiarios.
Luego de escuchar variadas opiniones sobre la Ley de Universidades, desde Toby Valderrama de ‘Un grano de Maíz’, de ex ministros de educación revolucionarios y otros sectores revolucionarios que aportaban sus preocupaciones por algunas debilidades que a su juicio se encontraban en el texto aprobado, de juristas y antiguos maestros suyos, y no existiendo ya la AN que aprobó la Ley, pues su período concluyó el 3 enero de 2011 –es mi interpretación–, estimó el presidente, enviar el texto no refrendado a la nueva AN ya que lo más prudente era abrir, en un espacio mucho mayor, nacional, el debate sobre el importante tema e invitó a los sectores universitarios de derecha que lo adversan, ya que tanto lo han reclamado, a participar en las discusiones y a presentar sus propuestas.
Lo que significan, representan y son las universidades nacionales en manos de la derecha, es uno de los casos más preocupantes de la realidad de cambios revolucionarios y estructurales que se dan en Venezuela. No sólo han estado de espaldas al país estos 11 años del proceso de cambios, a los cambios y han secuestrado el conocimiento, le niegan al pueblo en revolución infinidad de saberes allí acumulados. Estar de espaldas al país en el plano académico es imponer un modelo único neoliberal de pensamiento a los estudiantes; filtrar la entrada de estudiantes de origen proletario o campesino a través de pruebas o exámenes de admisión donde de 5 mil participantes –que, además, pagan para ello– son aprobados apenas 150 ó 200 aspirantes en cada carrera.
El funcionamiento de universidades como la UCV actual se rige por la actual Ley de Universidades que impuso el Congreso Nacional adeco/copeyano, bajo la presidencia de Rafael Caldera y con tanques de guerra dentro de esa casa de estudios, pues había sido allanada luego de las grandes jornadas y debate de ideas en el Movimiento de Renovación Universitaria que planteaba cambios o reformas que, vistas en el tiempo transcurrido –38 años– nada tenían que ver con lo que hoy plantea la Ley de Universidades. Pero no sólo eso, en la medida que se fue privatizando la educación superior, se preparaban –y preparan– profesionales tecnócratas, médicos mercantilistas y decenas de carreras en función del neoliberalismo productivo y del más salvaje de los capitalismos.
Esta no es una pelea de ahora, viene de muy atrás, de luchas de vieja datas que ha dejado un reguero de cadáveres, de mártires, una acumulación de luchas estudiantiles, revolucionarias por una universidad autónoma y verdaderamente libertaria, que realmente venciera las sombras; no ésta mueca de universidad, anti popular, anti nacional, defensora de intereses transnacionales, que se pone a la vanguardia de la contrarrevolución y se lanzan sus dirigentes rectorales, con sus togas medioevales y su pensamiento decimonónico, al “combate” para derrocar al gobierno en el nuevo plan golpista en marcha.
La decisión del jefe de Estado le dio un nuevo giro a la discusión de la ley de universidades y puso a la derecha contra la pared. Esperemos los resultados de estos debates, es decir, que se enriquezca la discusión con los aportes del movimiento popular y revolucionario, porque dudamos que la derecha vaya a aportar algo, ellos no van a “colaborar” fortaleciendo el pensamiento de la izquierda ni mucho menos de la revolución bolivariana.
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