Camila Vallejo
Por Carlos A. Lozano Guillén
Chile, el largo país austral, en el sur del continente, es el escenario de gigantescas y contundentes movilizaciones, a partir de la convocatoria estudiantil para protestar contra los proyectos de reforma universitaria del gobierno de Sebastián Piñera, que fortalece los procesos de privatización y autosostenimiento de las universidades a un alto costo para los estudiantes.
Hacía muchos años que Chile no tenía tanto remezón por las movilizaciones populares, pues las marchas estudiantiles cuentan con el respaldo de la Central Única de Trabajadores (CUT) y del 80% de la población. Las protestas se han extendido a otras importantes ciudades, y no han estado exentas de duras confrontaciones, por la terquedad de Piñera de no echar marcha atrás en sus pretensiones neoliberales y por la violencia de los escuadrones de carabineros que han atacado con saña a los jóvenes protestantes. No ha faltado, por supuesto, la justificación gubernamental de la agresiva represión con el manido cuento de la infiltración de agitadores profesionales.
Dicen analistas y periodistas chilenos que “las movilizaciones estudiantiles han acorralado al gobierno de Piñera, cuya popularidad se ha hundido en las encuestas hasta el 26%, la marca más baja que ha tenido un gobernante desde la recuperación de la democracia. El Gobierno ha sido acusado de ‘insensibilidad’ por la oposición de centroizquierda, que también naufraga en los sondeos”.
No hay que pasar por alto que la llamada centroizquierda de la “Concertación”, que gobernó a Chile desde la caída de la dictadura de Pinochet hasta la victoria de Piñera, está comprometida en la adopción de este modelo privatizador de la educación, heredado de la dictadura fascista. Sebastián Piñera, un pinochetista comprometido con el antiguo régimen totalitario que derrocó a la Unidad Popular, profundizó el modelo que produjo el estallido social en todo Chile.
Lavando la dictadura
Desde la dictadura, Chile ha sido mostrado como vitrina del capitalismo en América del Sur. Un modelo a seguir, recomendado por las recetas fondomonetaristas. Varios de sus apologistas le lavan los pecados a Pinochet, en la versión del “todo vale”, porque la dictadura le trajo “prosperidad y progreso a los chilenos”. No es cualquier cosa que Piñera, empresario derechista, comprometido con la dictadura, fuera elegido presidente en las últimas elecciones. Pero poco le duró la luna de miel, como lo revelan las encuestas ya mencionadas.
La responsabilidad histórica de la “Concertación” es que nunca saldó cuentas con la dictadura. Los crímenes quedaron impunes, como intacta quedó la Constitución de Pinochet. Ahora, en plena agudización de la crisis chilena, la intentona de disminuir la gravedad y la cantidad de los crímenes de Pinochet es evidente. La comisión especial que investigó las violaciones de los derechos humanos certificó apenas 30 casos de desapariciones y ejecuciones y 9.800 torturas. Lo cual ha sido repudiado por las víctimas, porque los crímenes son muchos más de los certificados por la comisión.
Este es el régimen imperante de Chile, elogiado por Juan Manuel Santos antes de partir en su reciente visita a Santiago y Buenos Aires. No dudó en asegurar que quiere imitar a Chile, es su modelo. Un desafío de Santos a la dramática realidad del país sudamericano.
Una líder comunista
La líder del movimiento estudiantil es una joven estudiante de Geografía, Camila Antonia Amaranta Vallejo, hermosa y carismática dirigente, presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) que hoy concentra la atención de los medios de comunicación de su país y de otras latitudes. Páginas enteras de numerosos diarios publican entrevistas con Camila en las que demuestra una extraordinaria inteligencia y claridad en los conceptos. Es militante de las Juventudes Comunistas de Chile y cabeza visible del Frente de Estudiantes de Izquierda.
Cuando se posesionó como presidenta de la FECH advirtió que “debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros”.
Y quizás, como preludio de las gigantescas jornadas que están en marcha, Camila Vallejo dijo: “Porque no creemos en la universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto de país que como ciudadanos levantamos día a día”. (…) “hoy la universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo”.
Este modelo hizo crisis. El autofinanciamiento fue un golpe seco en la esencia misma de la universidad pública. Encareció los costos de matrícula hasta hacerla elitista y de difícil acceso a los sectores populares. Éstos, para poder estudiar tienen que endeudarse con el sector financiero. “Pague cinco años de Universidad y permanezca endeudado 15 con los bancos”, dice una de las consignas. Lo que creció fue la deserción universitaria y las universidades públicas fueron convertidas en centros de élites para las poderosas clases favorecidas por el modelo.
Piñera, pinochetista
Con Sebastián Piñera, digno representante de la empresa privada, el modelo es la privatización de la educación pública. Fue el detonante del movimiento estudiantil. Algo igual, hay que recordar, es lo que pretende el Gobierno de Juan Manuel Santos con la reforma de la nefasta Ley 30 de la educación superior, para permitir la “inversión de capital privado” en las universidades estatales. Bajo este modelo de universidad que viene de la dictadura y mantenido por la “Concertación”, el 20% más rico tiene el 50% de las matrículas en la universidad. El estudio es para élites.
El gobierno de Piñera, en jugada distractora, hizo unas propuestas de dar más dinero para la universidad pública, cambió al ministro del Opus Dei e hizo promesas demagógicas, pero sin tocar para nada el modelo de universidad de mercado y neoliberal. No fue aceptado por los estudiantes.
Camila Vallejo explicó la profundidad del movimiento estudiantil: “El descontento es en el ámbito de todos los derechos que nos han sido arrebatados a partir de la dictadura y de la imposición del modelo neoliberal en el país. El reclamo que brota de la sociedad es contra el actual modelo de desarrollo donde las ganancias se las llevan unos pocos, el mismo grupo de poderosos, tanto nacionales y extranjeros”. La solución no es sólo la profunda reforma educativa, explica la líder estudiantil, porque a su juicio el movimiento tiene que ver con el rechazo a la construcción de la hidroeléctrica de Hidroaysén, la defensa del medio ambiente, el reclamo en las regiones o de las minorías sexuales.
Es el fantasma de la lucha de clases en los tiempos del modelo neoliberal y de los mayores abusos del capital en todas las latitudes. Así de sencillo. Chile está en pie de lucha.
Fuente: Semanario Voz
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