Por: Stefanni Barreto Sarmiento – Presidente Consejo Estudiantil Derecho Universidad Libre
Se acercaba después de mucha espera la VI Cumbre de los Pueblos, y en el marco de ésta el gran foro nacional de autonomía universitaria organizado por la MANE. Como es común en los estudiantes universitarios, a través de rifas, ventas varias, apoyos de sectores sociales y en algunos casos de las universidades, reunimos los recursos para asistir. Así fue como la delegación de la Universidad Libre partió rumbo a Cartagena, en un viaje de más de 20 horas. Sin embargo, el arribo a la Heroica, gracias a presencia de Obama, pronto se tornó en malestar.
A la llegada, los estudiantes tuvimos la oportunidad de apreciar por el camino, durante repetitivos kilómetros, áreas rurales plagadas de palma de aceite. La escena no pasaría de ser la descripción de un paisaje de monocultivos, si de inmediato no hubiéramos comprendido que transitábamos justo en medio de la aplicación de la política agraria de Santos. Hasta entonces, cualquier parada en carretera era a causa de los más de muchos peajes que hay sobre la vía al mar.
Una vez a las puertas de Cartagena, luego de sortear extenuantes retenes, disfrutamos, al igual que un puñado de colombianos, el que para la mayoría de nosotros era el primer acercamiento con la Costa y el mar. Ya en la ciudad los peajes se negaban a dejarnos, y los inconvenientes para saber por cuál carril ingresar a la ciudad sin ser objeto de cobro se asomaban como presagio de un viacrucis que estaba por venir. Pocas horas después de alojarnos en el edificio Mar Adentro, en sector de Bocagrande, reservado con veinte días de anterioridad, llegó la policía y nos pidió desalojar. La primera versión nos “señalaba de ser estudiantes”. Después fueron variando a medida que se caldeaban los ánimos.
Al día siguiente, después de lograr permanecer toda la madrugada en el edificio, la administración terminó por sacarnos a las siete de la mañana. El nuevo destino era el hotel Mar y Sol, que también habíamos reservado. Al llegar, un escuadrón de policías impidió que nos alojaran y además nos sometió a una detallada requisa. Las insinuaciones por lo que deseaban encontrar en los equipajes no cesaron. De inmediato, la sorprendida encargada del hotel nos comunicó que como por “truco de sombrero” las reservas se cancelaban, porque el hotel estaba lleno. Qué pena, pero lo había olvidado. Finalmente, fue posible hospedarnos en una sede de los profesores de Bolívar. A aquel lugar, una vez más, vino la policía, pero fueron en vano sus esfuerzos para que rehusaran recibirnos.
El sábado logramos asistir a todos los eventos de la Cumbre de los Pueblos y al caer la tarde participamos de la marcha donde, a diferencia de la Cumbre de las Américas, se respiraba soberanía.
De regreso nos quedó tiempo para concluir que, ante el Estado, tener carné estudiantil nos convierte en delincuentes. En contraste, casi que por fotogramas de segundo, recordamos que mientras la policía y la administración intentaban sacarnos de Mar Adentro, salía de allí un norteamericano, acompañado de las risas de dos muy jóvenes cartageneras cuya presunta actividad se hacía evidente. Cuán clara es la orientación del gobierno colombiano para que la brújula que indica la más mínima decisión en Colombia apunte siempre hacia el norte del continente. Los estudiantes, al igual que los transportadores, los vendedores, los comerciantes y demás sectores excluidos de Cartagena, no pecamos por estar muy cerca de Obama. Era el quien por desgracia estaba demasiado cerca de nuestro territorio.
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