lunes, 15 de octubre de 2012

¡No somos terroristas, el Estado es el terrorista!


Por: Damián de Jesus 

Llevamos años escondiéndonos y tapándonos las caras, como si tuviéramos algo que ocultar, y nos hemos cansado. Nos hemos cansado de actuar a escondidas, como diciendo “es cierto tenemos que ocultarnos de ellos, y tienen la razón” y quisiéramos salir dar la cara enfrentarnos frente a frente y bajo el conocimiento de todos, pero las condiciones nos lo impiden, los luchadores que lo han hecho ingenuamente así, han sido asesinados por el Estado y no somos tontos. 

Llevamos años jugando a policías y ladrones, asumimos ese estúpido rol, pero nosotros no somos ladrones, somos mucho más que eso, somos quienes queremos subvertir este orden absurdo que nos niega vivir y nos condena a matarnos la vida trabajando para sobrevivir. Hemos asumido el reto de esquivarlos, de estudiar sus leyes estúpidas y absurdas y permanecer al margen. Pero nosotros no aceptamos sus leyes. Y no nos avergonzamos de ello. Tenemos mucho que denunciar de su democracia y su sucia justicia, y aunque lo sabemos, no queremos hacer parte de los listados interminables de acallados, desaparecidos, heridos, encarcelados, torturados y muertos a cambio de nada. 

El sistema tiene sus fuerzas armadas, el aparato judicial, las cárceles y todas estas instituciones no tienen más justificación que perpetuar este inhumano sistema socio-económico que nos aplasta a diario. Nosotros lo sabemos y de ingenuos no tenemos nada. Tenemos la palabra, la razón y además, las narices muy hinchadas de aguantar. Pueden venir a callarnos, reducirnos y limitar nuestra libertad. Pero seguiremos hablando, si nos hacen caer nos levantaremos una y mil veces, recordando en la lucha a todos los caidos que dieron su vida luchando contra esta gran empresa mundial: el sistema capitalista.

Nos hablan de democracia, democráticamente nos morimos hambre, democráticamente nos callan, nos amarran, nos amordazan, nos escupen, nos asesinan, si pretendemos hablar más de la cuenta. Democráticamente se reparten las riquezas: y las riquezas, como su nombre indica, se las quedan los ricos. Democráticamente nos incitan a consumir y si no lo hacemos, si no producimos lo suficiente como para poder consumir, seremos condenados a morir de hambre, democráticamente los bancos se enriquecen a costa de nuestro trabajo, que pueden (ellos sí, a cara descubierta) exigirnos nuestro sudor y esfuerzo para llenarse los bolsillos. Democráticamente nos levantamos y democráticamente nos lo impiden. Nos da miedo la cárcel sí. Pero nos da más miedo el silencio. No queremos morirnos callados, sufriendo democracia y otras muertes. Por eso hablamos alzaremos la voz y lucharemos por transformar radicalmente la sociedad, hasta alcanzar un mundo en libertad.

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