domingo, 7 de julio de 2013

La educación superior: un diálogo entre los universitarios y la ministra



"El gran reto de Colombia es volver la educación el tema más importante de la agenda pública." María Fernanda Campo, Mineducación Colombia.

Estamos padeciendo una aparente "calma chicha" en la lucha por una educación superior de calidad, descentralizada y gratuita en Colombia. Tres palabras mayores definen el escenario que exige acciones de iguales dimensiones. Para prevenir situaciones como las que agitan a Chile, y que cubren sus dos últimas presidencias, Bachelet y Sebastián Piñera, y preparan su lucha para la tercera. Otro tanto ocurre en Brasil, y en Venezuela, con sus especificidades, porque aquí tienen una crítica interlocución con proyectos políticos de signo diferente.

En Colombia, el proceso de reclamo por una reforma educativa democrática que enarbola en algunos sectores movilizados la constituyente como forma de decisión, en otros, contempla también la posibilidad de configurar una lista de estudiantes que participaría en las próximas elecciones para el congreso, que establezca una directa vocería y desequilibre la actual relación de fuerzas, donde la parapolítica no ha perdido su presencia.

Chile, Brasil y Venezuela

El 17 de noviembre sabremos quién gana, si el bloque de centro-izquierda cuya candidata es Michelle Bachelet, o el bloque de centro derecha, heredero de Pinochet, y continuidad del actual presidente, que se agrupa en la UDI. Y la más prominente lidereza estudiantil, Camila Vallejo, estará también encarando la suerte de las urnas, como aspirante a congresista en la coalición del partido comunista de Chile, de la que es ya una destacada militante.

En Chile, sin embargo, esta lucha sigue sin que se desmonte todavía el modelo privatizador que fue una de las taras heredadas de la dictadura de Pinochet, y un modo de decapitar la rebeldía intelectual que acompañó el frustrado experimento de la Unidad Popular que hizo presidente a Salvador Allende.

En Brasil, este año, tenemos también en las calles a los jóvenes estudiantes, o no, que sin dejarse engatusar por el fútbol, reclaman de los gobiernos de izquierda otra destinación para la riqueza pública, que han visto, en buena parte, sepultada en la remodelación y construcción de estadios para el próximo mundial, y en los bolsillos de los constructores de las obras civiles, y de los facilitadores "lobbystas" ante los poderes públicos que las autorizan.

La Venezuela poschavista no "chave" qué hacer con el descontento de sus jóvenes y los maestros e investigadores que animan con ellos la protesta y las críticas de derecha e izquierda al rumbo de la revolución bolivariana. La protesta empezó con el presidente Chávez vivo, y sigue después de su muerte. Está en curso un paro nacional, que los señalamientos de la dirección bolivariana no logran intimidar, y menos persuadir.

En los tres lugares, con sus diferencias, las economías nacionales no marchan bien, y la llamada fórmula "extractivista" que las sostiene, en términos de economía real, hace agua, y el mercado de las "commodities" sufre contracciones severas, que hacen del modelo exportador ahora un dolor de cabeza que amenaza con convertirse en "migraña".

El gobierno de los Estados Unidos al comando de la emisión de dólares legales empieza a cerrar el chorro, y los capitales golondrinos migran a la tierra de Obama, produciendo connatos de tsunami y terremoto en la mayoría de las bolsas del mundo. Y como lo estamos experimentando por estos días, Colombia no es la excepción, sino otro trompo de poner.

¿Y Colombia?

Yamit Amat, quien con el correr de muchos años pasó de El Espacio, donde era comentarista exitoso de variedades, a las columnas del diario El Tiempo, este domingo entrevistó a María Fernanda Ocampo, la ejecutiva "estrella" de la Cámara de Comercio de Bogotá, y a quien Juan Manuel Santos eligió para reemplazar a la doctora Vélez, antes secretaria de educación distrital, para "transformar" la educación en lo administrativo.

Las dos ministras hasta la fecha no ha podido "meterle el diente" a la educación pública superior. La quieren acabar de "mercantilizar" a todo costo. Bogotá ha sido, en parte, una piedra en el zapato, para que esta carrera de privatizar triunfe en toda la línea.

La cobertura a cargo de tres alcaldías de centro izquierda algo ha hecho en contra-vía. Y para nada ha servido la lección de lo que ocurre en los tres países vecinos, y lo que a contramano de la privatización se ha establecido en Ecuador y Bolivia con sus experimentos que se hacen eco de la divisa del "socialismo del siglo XXI".

De otra parte, la suerte misma de millares de bachilleres, que contemplan la imposibilidad de acceso a la Universidad; o de acceder a un trabajo estable y decente, para quienes tienen o quieren obtener un ingreso inmediato, empujan la protesta, antes y después de quedar "midiendo" calles, consumiendo drogas, rebuscándose, o sobreviviendo auxiliados por las redes de socorro cada vez más débiles de parientes y familiares.

Los dos campos enfrentados

Enfrentando estas realidades, los jóvenes estudiantes de Bogotá y Colombia, se han venido reorganizando, construyendo espacios de participación y acción, que ya hicieron posible detener el proyecto de contra-reforma a la Ley 30. Después, tomando en serio el desafío de ser "colegisladores", con la MANE como liderazgo colectivo, - y pese a todas las críticas y cuestionamientos que ha tenido -, prepararon un proyecto de ley alternativo, al cual dedicaron casi un año de deliberaciones, cubriendo los principales escenarios de Colombia.

Entre tanto, la ministra de educación, y el gobierno Santos no han cejado en su empresa contra-reformadora. En paralelo, y con un incomparable repertorio de recursos a su alcance, han seguido su tarea. La estrategia la han desplazado de la capital a las regiones, con la atractiva idea que "Llegó la hora de superar el centralismo que ha existido en la educación superior".

En procura de la hegemonía, la ministra, para separar la dirección estudiantil de sus bases de apoyo y sostén, promete que ahora vendrá la ola de "doctorados y maestrías" más allá del llamada "triángulo de oro" de Bogotá, Medellín y Cali, donde se concentra el saber y la investigación nacional.

La ministra se ufana de haber construido un diálogo fluido y provechoso con "más de 31.000 personas en 150 espacios de discusión." Y comparándose con la exministra Vélez señala, que "es un esfuerzo que supera incluso la cantidad de gente que participó en la construcción del Plan Decenal 2006-2016".

Sin entrar a disputar las cifras, si tal ha sido la gente que ha participado, la cuestión es dramática, porque revelaría la insignificante minoría que ha discutido el tema que la ministra en su retórica anuncia como el más importante de la agenda pública.

Las cifras de hoy

"En un momento en que la sociología funcionalista es hegemónica y el marxismo una opción académica aún incipiente, las ondas ideológicas y académicas norteamericanas influyeron más de lo imaginable... Profesores universitarios como Jorge Graciarena y Germán Rama replican en varios países los trabajos sobre movilidad educativa, estratificación social y reclutamiento." Aura María Puyana, Mariana Serrano, Reforma o Inercia en la Universidad Latinoamericana, p. 33.

En las estadísticas educativas de hoy se establece que al año hay 2.5 millones de bachilleres que no ingresan a la universidad privada o pública. Del gran total, alrededor de 1.5 millones se disponen a prepararse para trabajar en algún empleo, que son precarios y en el sector servicios, a través del Sena, hoy en cabeza de Gina Parody, y en otras instituciones de origen diverso, y desigual calidad.

Los aspirantes anuales a las universidades llegan a los 800.000, de los cuales, dice la ministra, pasan 694.000. Repartidos desigualmente: el 57 por ciento provienen de las regiones, distintas a Bogotá, Antioquia y Valle, donde se concentra el 43 por ciento de la cobertura.

La Ministra también informa que en las universidades públicas estudian 1.046.000, de un total de 1.958.000 matriculados en el sistema de educación superior. Lo cual casi que resulta parejo con el modelo propuesto en el Plan Básico, por la misión Atcon de los años 66/67, que contó con el patrocinio de la AID estadounidense, una participación casi igual de los sectores privado y público, a contramano del modelo europeo de posguerra, donde la educación superior es estatal en su absoluta mayoría.

En cuanto a cobertura se espera alcanzar el 50 por ciento, que según la ministra significará un crecimiento de 13 por ciento en 4 años, en lo cual, Santos y Uribe se miden con el mismo cartabón. Se crearon 285.000 nuevos cupos generales entre los años 2012-2013, y se dice que para 2014 serán 365.000. La tasa de deserción universitaria se mantiene en un rango superior al 30 por ciento.

En materia económica, sin atender a lo dispuesto en la Ley 30/92, se dispuso una adición de $260.000 millones, se gestionan $180.000 millones de regalías, y $ 1.5 billones para distribuirse entre 2014 – 2016, como parte de la torta compuesta por la reforma tributaria. A lo cual se suma un fortalecimiento financiero del Icetex, y la entrega de 260.000 nuevos créditos condonables para estratos 1, 2, 3 con una tasa de 0 interés.

Por último, en términos de calidad, y en respuesta al ex rector Moisés Wasserman, quien señala la desigualdad en la educación superior, recordando, a su modo, la célebre calificación de la exministra María Emma Mejía, que calificaba a las universidades colombianas con los hoteles de 1 a 5 estrellas, la ministra Campo dice que hay 28 universidades acreditadas de alta calidad.

Además, ella indica que dos universidades, Los Andes y la Nacional, ya están en los escalafones mundiales de Shangai y The Times; y en América Latina estamos en tercer lugar después de Brasil y México, de 300 universidades rankeadas tenemos el 15 por ciento de éstas. A la vez el ministerio ha sancionado por mala calidad a 66 instituciones en los 3 años de la administración Santos.

Los enfoques enfrentados

En perspectiva, desde fines de los años 50, la Colombia del Frente Nacional se inclinó por el modelo estadounidense, del cual el Plan Atcon fue la guía. Pese a la resistencia enconada de los universitarios, se implantó con la llamada reforma Patiño, que las estudiosas Puyana y Serrano llaman la "Universidad del desarrollo (1964 – 1968).

Después de 46 años, el sistema de la educación superior colombiana muestra una ligera mayoría sobre la educación privada, según las cifras oficiales, el porcentaje actual es, pública: 53.4 por ciento, privada: 46.6 por ciento, que nada dice sobre la calidad que acompaña tal cobertura.

Los estudiantes que lucharon contra la dictadura de Rojas, en el golpe de opinión, y donde los liberales eran mayoría, fundan la UNEC (1957). Después viene la FUN (1963), luego de una primera ruptura con el bipartidismo liberal/conservador en 1959. y en la dirección de la FUN se enfrentarán las corrientes de izquierda tradicional, con el PC, y la nueva izquierda del MRL.

Su juventud disidente, la línea dura del MRL, empieza a darle forma a la propuesta del ELN. Bajo el influjo de la revolución cubana le da curso vertiginoso, con el cura Camilo a la cabeza, a la experiencia del Frente Unido; y, por otra, de la división chino-soviética también emergerá la corriente M-L, y su expresión juvenil. Los epicentros son Bogotá, Medellín y Bucaramanga.

Aquí nace la propuesta contra-hegemónica, que confronta el desarrollismo de la "Alianza para el Progreso" (Ver, Herrera-Zgaib, Miguel, Marco Aurelio, Educación Pública superior, hegemonía cultural y crisis de representación política en Colombia, 1842-1984, pp. 97-138). El contra-modelo, lo es hasta hoy, es el que Molina denominó Universidad estatal.

En paralelo caminaba el Plan Básico, una misión asistida por 10 asesores de Berkeley, con financiación de la AID, y a cuya cabeza está el especialista Rudolph Atcon. Ellos trabajan entre 1966-67, y el resultado lo resume el ex rector Gerardo Molina, así:

“El sistema de educación superior que propone como un programa de Estado debe reposar sobre la participación por igual de las instituciones privadas y las oficiales, como corresponde a una democracia”. “El modelo norteamericano, adornado desde antes de tanto prestigio, no podía menos que rendirle un homenaje a la universidad privada...” (Ver Molina, Gerardo, "Universidad estatal y universidad privada, en: ¿Universidad oficial o universidad privada? Tercer Mundo editores, Bogotá, 1978).

La disputa no zanjada por la hegemonía cultural

El punto de quiebre, la primera crisis del modelo desarrollista de la universidad, se da en 1967, cuando Carlos Lleras, presidente decidió visitar junto con el "benefactor" John Rockefeller el laboratorio de investigaciones universitarias de la Nacional; y él mismo es agredido dentro los predios universitarios. Hay una pedrea, y resulta la primera ocupación militar de la UN. El rector de entonces es el médico José Félix Patiño, autor del informe "Hacia la universidad del desarrollo (1966)".

Esto dijo Carlos Lleras después de la ocupación de la Ciudad blanca: "...A quienes se extrañan por qué la fuerza pública penetró en los campos de la ciudad universitaria por orden personal mía...les quiero decir que no tienen por qué extrañarse...la Constitución autoriza que se pueda penetrar a cualquier propiedad privada si allí se refugia gente sorprendida en flagrante delito..."

Vino después la ocupación de 1984, cuando fue la policía, a solicitud del rector, el médico Fernando Sánchez Torres, quien ordenó la ocupación de la Nacional, con un saldo aún no determinado de víctimas, estudiantes, a quiénes se disparó, y a quienes se sindica también de haber abierto fuego, y herido a 13 policías. Apareció según lo publicado entonces, una persona muerta, a la que se tildó de guerrillero.

En seguida un cierre prolongado, al cabo del cual, el nuevo rector, Marco Palacios, hizo drásticos cambios administrativos, privatizando los servicios de bienestar, y la propia financiación de la educación pública. De ese modo se selló la suerte del desarrollismo con "rostro humano", y el porvenir de "la clase media" que soñó con la igualdad de oportunidades, que es el credo liberal más socorrido antes y ahora.

De ese modo, la autonomía queda sujeta a la acción militar y policial del Estado. Lo que era público termina equiparado con un bien privado, cuando el propio presidente, egresado de Derecho de la Nacional, rehuye a llamar las cosas por su nombre, y a borrar con el codo lo que se discutía en las páginas de Universidad, la revista de Germán Arciniegas.

El mismo Carlos Lleras era un líder estudiantil. Cuarenta años se borran a paso de ganso las fronteras entre lo privado y lo público. Rota la autonomía, se fija un nuevo horizonte, la recuperación de lo común, un empeño en el cual se define el horizonte de lucha actual de la universidad.

Después de esta intervención traumática, ocurrió otra con pretensiones de operación “quirúrgica” para extirpar el mal estado de la salud universitaria. El cirujano en turno fue el rector Fernando Sánchez Torres, como se comentó. Pero, desde el año 2012, hay un viraje democrático que la MANE expresa bajo la fórmula de una mesa ampliada, en la que concurren fuerzas tradicionales de izquierda, y nuevas expresiones estudiantiles.

Hoy es un reclamo urgente, y no suficientemente atendido, la transformación de la MANE, para darle cabida a una nueva acción por la reforma. Este es un proceso que coincide con la negociación de paz que adquiere momento en La Habana, y que amplifican las acciones de sectores productivos que reclaman con la movilización sus reivindicaciones aplazadas o incumplidas, luego de celebrar acuerdos el gobierno mismo. El segundo semestre dará la medida de la respuesta estudiantil, y su trámite por parte de la cuestionada ministra María Fernanda Campo.

Por: Miguel Ángel Herrera Zgaib
Profesor Asociado, C. Política, UNAL, Grupo Presidencialismo y Participación – Proyecto Constituyente social, paz democrática. Grupo P y P

En: Caja de Herramientas

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