martes, 5 de junio de 2012

¿Es el Saber Pro una exigencia inútil de parte del Estado?


Una nota de una estudiante de comunicación social en el portal de internet soyperiodista.com abre nuevamente el debate sobre el concepto que tiene la opinión pública y especialmente los estudiantes sobre la importancia y conveniencia de las pruebas Saber Pro, antes ECAES. 

Aunque se han presentado muchas argumentaciones sobre métricas y conveniencia académica, la mayor parte de las IES saben que "hay que hacerlo", pero desconocen los beneficios reales de la prueba, en un claro reto para que el ICFES aumente sus esfuerzos por convencer a la comunidad universitaria. 
El siguiente es el texto que escribió Ana Lucía Rey González:

Como estudiante universitaria, a un paso de obtener mi título de Comunicadora Social y Periodista y convertirme en una profesional más de este país, debo expresar mi rechazo ante el Examen de Calidad en la Educación Superior ECAES.
Un examen que ni quita ni pone, en el que uno, como estudiante, se pregunta si en realidad tiene alguna utilidad para el desarrollo laboral a futuro o si, gracias a este, los alumnos con mejores puntajes se harán acreedores de becas o beneficios a corto y largo plazo.
En otras palabras, el ECAES es otra de las exigencias inútiles que hace el Gobierno como requisito para graduarse de la Universidad, pues además de ser jarto, largo y totalmente fuera de foco, en esta prueba es imposible medir la calidad educativa de una institución, que se supone que es su fin.
Yo aún no entiendo para qué me preguntaron razonamiento cuantitativo, cuando en mis cinco años de carrera profesional no vi un solo rastro numérico. Tampoco estoy segura para que los estudiantes teníamos la opción de elegir el área a profundizar cuando no vi la primera pregunta sobre teorías de la comunicación, técnicas radiales o periodismo público.
Es ridículo que el Estado nos haga perder el tiempo y la plata de esta manera, en vez de implementar medidas contundentes para que las universidades públicas y privadas mejoren su calidad educativa y controlar el negocio de la educación que, en este país, más que un derecho es un privilegio para pocos, quienes como yo, hoy exigen una explicación.

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