El 29 de agosto de 2012, la presidenta brasilera Dilma Rousseff sancionó el Proyecto de Ley Nº 73 que la diputada federal Nice Lobão propuso en 1999. La Ley, que ya había sido aprobada por el Senado al inicio del mismo mes, se conoce como la “Ley de Cuotas” y garantiza el 50% de los cupos de las 59 universidades federales a estudiantes egresados del la Enseñanza Media de escuelas públicas.
Todas las universidades federales tienen un plazo de cuatro años para adecuarse a la Ley de Cuotas, que prevé la revisión de su contenido luego de diez años de su aprobación. Se trata de una apertura de puertas de la universidad con criterios de renta y etnia por políticas de acción afirmativa, o sea, políticas de inclusión socio-educativas por cuotas sociales y cuotas raciales.
La sanción presidencial ocurrió después de la modificación del artículo segundo, que establecía que la admisión de los estudiantes sería por el promedio de notas en la Enseñanza Media (el proyecto anterior de la Ley preveía que las notas tendrían “como base el Coeficiente de Rendimiento-CR, obtenido a través de la media aritmética de las notas o menciones obtenidas en el período”). En lugar de este método de selección, se optó por las notas del Examen Nacional de Enseñanza Media (ENEM), que hará la selección de los estudiantes que aspiran a cupos en las universidades federales por el sistema de cuotas.
Mitad de los cupos por el sistema de cuotas (25% del total de cupos) será ocupada a partir del criterio de auto-atribución étnica (a cual grupo étnico dice el candidato que pertenece) y de la renta familiar (que deberá de ser hasta un salario mínimo y medio por cada miembro de la familia) para estudiantes que pasen por la red de escuelas públicas. Censos del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) dividirán los cupos de estos 25% proporcionalmente entre la cantidad de negros, pardos e indios que habitan cada unidad federativa.
Mientras se hace efectiva la Ley de Cuotas, se propone la discusión de que estudiantes adjudicados con cuota que tengan deficiencias educativas reciban tutoría para nivelarse a los otros estudiantes y mantener así la “excelencia académica” de estas instituciones. Esta es la otra cara de la moneda de este tipo de acción afirmativa porque la tutoría requiere inversiones en otro segmento de servidores públicos hasta entonces innecesario por la selección estudiantil niveladora del “vestibular” e impondrá nuevo impedimento a la cuestión del mérito que el sistema de cuotas descuida.
Más del 80% de los estudiantes brasileros de la Enseñanza Media están en escuelas públicas, sin embargo sólo una minoría de ellos ingresa en las universidades financiadas por el gobierno. La Ley de Cuotas reanima el debate político sobre las desigualdades en calidad de enseñanza entre las escuelas privadas y las públicas. Sin embargo, el dilema sobre si la Educación debe ser un asunto de Estado o un objeto de negocios es antiguo. Súmase a este dilema los intereses de los promotores de la educación privada en que la calidad de la educación pública se mantenga en un nivel insatisfactorio.
No apruebo completamente el sistema de cuotas para el acceso a la universidad pública, pero reconozco que uno de los beneficios de la Ley de Cuotas es el de llamar la atención a las elites y tomadores de decisiones al problema del deterioro gradual de la calidad de la enseñanza pública en Brasil. La preocupación sobre la calidad de los universitarios exigirá de ellos que tengan una buena formación de Enseñanza Media, donde quiera que la reciban. Una política empuja a la otra, sin embargo no debemos distraernos de que la enseñanza básica brasilera debe mejorar para que los jóvenes se saquen más adelante cuando estén en víspera de elegir una carrera. Por lo tanto la Ley de Cuotas no resuelve el problema de la educación con políticas para la Enseñanza Superior.
La Ley de Cuotas es una estrategia a largo plazo para la reducción de las desigualdades económicas vía políticas que consideran criterios de renta y etnia en el acceso a la educación superior. Primero se incluye por el medio educativo donde hay predominio de estudiantes de escuelas privadas; luego se espera que la inclusión se haga por la renta. Pero esta segunda etapa es apenas una proyección de política pública de aquí a muchos años. El debate desborda un campo al que tradicionalmente pertenece a otro ajeno con el que aparentemente no hay relación. Los defensores de las cuotas acostumbran a argumentar a su favor como una medida correctiva y provisional.
Propongo cuestiones urgentes sobre un tema educacional que lleva décadas sin solución: ¿Cómo quedará la situación de los “cursinhos pré-vestibulares”, que entrenarán a los candidatos a cupos aún más concurridos? ¿Qué se espera de las inversiones en el aumento de cupos en universidades públicas para los interesados de una población que ya se aproxima a los 194 millones, según los últimos datos del IBGE? ¿La resolución de deudas sociales de generaciones anteriores se hace sacrificando el mérito de las actuales, cuyos hijos nacen evidentemente sin tener la culpa de lo que hicieron sus tatarabuelos? ¿Qué atributos se buscan en un candidato apto a un cupo universitario en un país que ya no puede más aplazar sus inversiones en ciencia y tecnología?
Autor: Bruno Peron
Traducción del portugués: Miguel Guaglianone.
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