Una sola palabra: Universitarios

Por: María Botero.

Recuerdo que muchas veces las personas de las universidades públicas pensamos que aquellos estudiantes de universidades privadas no se interesaban por las problemáticas de la educación nacional. Solíamos pensar que esos jóvenes, como nosotros, no tenían el interés y la suficiente información para luchar por aquello que nos unía: la necesidad de una educación de calidad para todos. 

Por eso, considero que una de las cosas más interesantes del movimiento estudiantil que acabamos de ver fue la participación activa, aunque incipiente, de estudiantes de universidades privadas en las marchas y los debates, que más que significar un acompañamiento a los estudiantes de universidades públicas, se erigió como una muestra de la consciencia de los universitarios alrededor de la problemática nacional. 

El hecho de que varios estudiantes de la Universidad Minuto de Dios, Universidad Externado de Colombia, Universidad del Rosario, Universidad Javeriana, entre otras de las más prestigiosas universidades privadas de Bogotá hayan participado activamente del debate acerca de la reforma a la Ley 30, demuestra que esta es una generación cansada de que las diferenciaciones se hagan con base en el dinero que se tiene en la cuenta bancaria o en el esfuerzo que se tiene que hacer para pagar una universidad privada en un país como Colombia. 

Eso también nos demostró que la represión no diferencia entre estratos sociales y que el problema no es de en qué universidad se estudie, sino en que se piense y que se haga con ese pensamiento. Varios episodios demuestran esta teoría. Dos de ellos ocurridos con estudiantes de la Universidad Minuto de Dios, quienes además de ser perseguidos por la Universidad y sus directivas (incluso llegando a ser amenazados con ser procesados disciplinariamente por salir a marchar, como si la protesta no fuera un derecho fundamental), en la Marcha continental tuvieron que contar la historia miles de veces repetida por los estudiantes de las Universidades públicas: varios heridos, después de que el ESMAD reprimiera la marcha sin motivo alguno. 

Otro episodio a lamentar es la reacción desafortunada de los directivos de la Universidad del Rosario, quienes después de las Marchas decidieron que era mejor que sus estudiantes supieran de una buena vez que esas actividades como lo grafitis, las marchas las asambleas no serían bien recibidas en la institución y que no eran “Rosario”, sacando unas pancartas que se regaron por toda la universidad con imágenes rechazando las actividades y generando un clima contrario a los mínimos del derecho de expresión, que deja mucho que desear de las directivas de la universidad y es una muestra de su talante. 

Los estudiantes demostraron que lo importante es la educación y que se construye entre todos, sin importar si se es estudiante de universidad privada o pública. Nos mostraron que los sueños de los jóvenes no se miden por el dinero que se paga para estudiar, sino por la capacidad de construir propuestas como ciudadanos, por la capacidad de expresarse aun sabiendo que traerá consecuencias, así no debiera traerlas y que el concepto de ciudadanía trasciende el mero hecho del voto, que se construye con la capacidad que se tenga de proponer políticas públicas que nos afectan a todos. 

Y sobre todo nos invitaron de forma madura y adulta, a pensar en que el problema de la educación es de todos los colombianos seamos o no estudiantes y que es deber de cada uno de nosotros defenderla como derecho, sin importar nuestra condición social o personal. 

Esta generación de universitarios logró saltar las diferenciaciones inmaduras y ridículas de una sociedad dividida entre los ricos y los pobres, la clase alta, media y baja. Por fin lograron borrar la línea imaginaria existente y divisoria entre un estudiante y otro y nos demostraron que es una sola la palabra que los invita a unirse: LA EDUCACIÓN, y que es una sola la palabra que los define: ESTUDIANTES.

Prensa Universidad
Desde las aulas, hacia Colombia.