Los hechos acaecidos esta semana demuestran el carácter de la policía como institución que garantiza el orden actual, el funcionamiento y permanencia de las actuales condiciones de vida y el control y represión para quienes se atreven a cuestionar y manifestarse contra el establecimiento.
Lxs vendedores ambulantes, los transportadores informales, los usuarios del transporte urbano y los/as estudiantes estuvieron reclamando, según sus problemáticas, mejores condiciones de vida y la solución de sus necesidades más básicas como parte de la clase que trabaja y a cambio de un salario (que por lo general no cubre su sustento), se encarga de crear la riqueza.
Los hechos de violencia ocurridos el día miércoles, sufridos por los y las estudiantes por parte de la policía, donde indiscriminadamente se golpeó, insulto, maltrató, empujó y persiguió dentro del campus al conjunto de personas que resistieron dentro, fueron respondidos (al no tener medios suficientes como defenderse de las agresiones) desmontando las cámaras instaladas en algunos edificios de la Universidad e incluso sorprende el ingenio como un grupo derribó un poste que sostenía la cámara al costado del edificio CENTIC, dando cuenta que mientras por un lado la policía y la institucionalidad garantizan el ataque y la violencia contra las personas, las personas agreden la propiedad y los objetos que representan el control social y la represión.
El exceso de fuerza con la que se acabó una protesta en el norte de Bucaramanga, nuevamente la brutalidad para disolver los bloqueos de usuarios del metrolínea y la manifestación realizada el día viernes, donde incluso hasta dentro de establecimientos comerciales donde se refugiaron los participantes, ingresaron los agentes policiales a ultrajar aleatoriamente a quienes allí se encontraban. Detenidos/as, heridos/as, apaleados/as fueron la fórmula para acallar esta marcha que pretendía poner un grito contra el monopolio del transporte urbano establecido por el metrolínea.
Si bien hubo daños por parte de manifestantes contra las paradas del metrolínea, estos son producto de la ira y la rabia creadas por este sistema, que primero aplica las medidas para asegurar sus ganancias y luego pregunta cuáles son las necesidades de transporte de sus usuarios. (Ligado al actual sistema socio-económico donde las necesidades de las personas son secundarias, a la acumulación de riqueza por parte de los monopolios y asegurada por el Estado).
Los relatos de supuestos raptos de bebés e incluso el fatalismo sobre el asesinato de niños por parte de jóvenes que eran agredidos durante la protesta, dan cuenta que los medios de comunicación al servicio del poder, pocos escrúpulos tienen a la hora de defender unos intereses y garantizar la legitimidad de la violencia por parte del Estado contra sus gobernados.
La espontaneidad de respuesta en estas manifestaciones dan muestra que las personas pueden en muchas ocasiones, actuar y organizarse sin esperar a que una organización política dirija la acción. Porque los mesías en estas situaciones de crisis suelen salir de todas partes. Sólo el pueblo salva el pueblo.
Queda por preguntarse: ¿Cuántas palizas estaremos dispuestos/as a aguantar para darnos cuenta que ese lema de: “todos con el mismo corazón” no es más que una mentira vilmente repetida a manera de propaganda a favor de la acción policial? ¿La destrucción de los símbolos de opresión como respuesta a la agresión de las fuerzas del Estado es válida? ¿Qué más hechos se necesitan para ver con claridad que carácter tiene la promoción de eventos como la abrazatón a la policía impulsados por la MANE el año anterior?
¡Los agentes policiales no son parte del pueblo constituido como la clase trabajadora, sino que son el brazo armado del Estado, dispuesto a asesinar y desaparecer a las personas, para mantener el actual régimen y aumentar los beneficios de la economía y la clase capitalista!
Autor: Ravachol
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