Foto: Argenpress.info
Por: Juan Francisco Coloane
Uno de los elementos centrales de las manifestaciones estudiantiles y sociales en Chile ha consistido en el reducido rol del Estado y la ausencia de regulación en el área de la educación.
¿”Y porqué no regulaban”?
Es un diálogo de un significativo film centrado en el rescate al sistema financiero en 2008, “Too Big Too Fail” (HBO. 2011. Demasiado grande para caer). La última frase encapsula la economía política dominante de los últimos 30 años.
Resume también el origen de la herida infligida al estado liberal en su núcleo de legitimidad implicando en algo más grave como es su aspecto de justicia social y el papel que le cabe a la política para lograrla.
A partir de la aplicación del ajuste estructural a las economías en la década de los años 80 del siglo pasado, la política, que constitutivamente busca justicia social, pasó a ser un área subordinada a la economía, especialmente en Chile convertido en el alumno aventajado de las políticas de las instituciones financieras internacionales que lo promovieron.
Esta decisión fue de los poseedores del gran capital, y de estas instituciones sin consulta ciudadana y gradualmente los estamentos políticos – principalmente los partidos- de la época se transformaron en una extensión del poder de ese gran capital destinado a reformular las estrategias de supervivencia del planeta.
Sea por adoptar una postura ideológica a favor del nuevo modelo de administración, sea porque su mera subsistencia estaba en juego, los políticos se convirtieron en obedientes soldados del gran capital.
Es así que desde la irrupción del ajuste estructural, que otros llaman modelo neoliberal, -lo de liberal es una apropiación indebida por parte de una doctrina que es bien conservadora-, los políticos y los comentaristas de la política han centrado la atención en la economía. El análisis se ha contraído y lo que predomina son voces indicando determinada opción.
El reclamo estudiantil y social en Chile, ha crecido conceptualmente, y respecto a la falta de regulación se ha hecho extensivo a otras áreas como una reforma constitucional y modificación del sistema político llamado binominal que es de representatividad excluyente. Es lo que asusta a algunos y divide las aguas políticas. Por eso es tema de la agenda política y no lo es y que frente al tema clave del estado y su rol, prevalecen las dos visiones clásicas y opuestas sin zonas intermedias.
Una, la del ideologismo duro que ha sido dominante en las últimas décadas, enfatizando que el tema del rol de estado está zanjado, no hay nada que discutir y menos alterar. Esta sería además la postura mayoritaria y de la moderación de acuerdo a una legión de medios que la promueven.
La otra, es la que supuestamente se expresa en algunos grupos de desencantados que se manifiestan en la calle y en Internet, que no tienen y deberían tener sustentación en el sistema político formal y dominante. La política partida en dos: Una, orientada a sustentar de legitimidad política al gran capital; y la otra expresando necesidades más básicas y primarias de la gente.
La crisis esencial por la que atraviesa el estado liberal no es parte de la agenda. Los actores clave, salvo algunos que hacen política en la calle, no son proclives a discutir un tema demasiado fuera de la contingencia. Se discute con moderación en la academia, aunque no provoca entusiasmo. Los medios de más llegada se encargan de posicionar una lista de temas críticos, aunque en lo esencial evitan hablar de una crisis política en el estado liberal.
Pero allí está expresándose con la inconmensurabilidad de sus situaciones. El sistema político se las arregla para acomodar representantes sentados en sus escaños, bebiendo en los mismos cócteles con académicos y voceros de medios. La sociedad los alimenta y la bomba social crece.
Es la comprobación de que el sistema político (poder ejecutivo, estructuras de representatividad, partidos) se desajusta o se comprime con la omnipresencia económica. Emerge así la duda si el actual sistema opera sobre un sistema político abierto, o más bien funciona bajo una dictadura disfrazada en poder de los grandes consorcios financieros y las grandes compañías manufactureras y de servicios.
Es así que al discutir las características de los sistemas y partidos políticos, el estado liberal en las actuales condiciones que impone el sistema económico aparece debilitado y con escasa legitimidad. Se hace difícil distinguir entre lo que es el interés de los consorcios y las metas de la política. Este es el centro del reclamo de la calle y de las manifestaciones estudiantiles, donde de acuerdo al comentario que proviene de los voceros del gran capital no se hace la política. Es en todo caso la hora de los cínicos.
Fuente: Argenpress
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