A 39 años del Golpe de Estado en Chile, Moyenei, integrante de Sonidero Mestizo, describe las etapas del país, desde la dictadura de Pinochet hasta las actuales movilizaciones de estudiantes.
Moyenei Valdés, cantante y compositora nacida en Chile, quien creció en el seno de una familia que luchó por la democracia durante la dictadura de Augusto Pinochet, comenta en entrevista sobre los procesos organizativos del pueblo chileno; aborda la vida de sus padres, que con la cultura como bandera, luchaban por un mejor país; opina sobre cómo ha cambiado el país sudamericano a 39 años de aquel 11 de septiembre de 1973; y también del entusiasmo que han generado las recientes protestas estudiantiles en todo el país.
Salvador Allende llegó a la presidencia el 4 de noviembre de 1970, casi tres años después, en septiembre de 1973, el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, lo derrocó. Años después, en 1988, se llevó a cabo un plebiscito para saber si la población deseaba que continuara el gobierno de Pinochet. La respuesta fue “no” y después del proceso electoral en 1990 ganó Patricio Aylwin del Partido Demócrata Cristiano.
Moyenei recuerda que el gobierno de la Unidad Popular de Allende “fue un gobierno popular, revolucionario, elegido democráticamente”. Con el Golpe de Estado, “se dio un golpe muy fuerte a la manera de gobierno avanzadísima, liberal, democrática; un gobierno apegado a la cultura y a los pueblos originarios”. Para la chilena, “es el corte sangriento que quiso perpetrar la clase económicamente dominante”; entre ellos, latifundistas y dueños de los medios de comunicación más importantes.
Aquel 11 de septiembre, sus padres salieron muy temprano de sus casas, y sabiendo que podía costarles la vida, fueron a la Universidad Técnica del Estado (hoy la Universidad de Santiago de Chile), “y ahí, junto a Víctor Jara y muchos maestros y compañeros de la Universidad, resistieron”. Al día siguiente, “los sacaron a todos a diferentes campos de concentración y comenzó el gran peregrinaje por sobrevivir en la dictadura”.
Moyenei nació en 1978, justo en medio de la dictadura. Desde niña fue testiga “de cómo el pueblo digno se organizaba; mediante las asambleas, los murales”, donde la cultura tenía un peso muy grande para la educación. Esa organización, dice, pudo generar una sociedad organizada, “que tanto costó sangre, vida, cuerpo, horas, pero con esa organización lográbamos obtener la democracia”.
Esa era la realidad de Moyenei cuando era niña. Recuerda que algunos niños con los que convivía ya habían estado en la cárcel, algunos desaparecieron, o en otros casos, sus padres ya habían sido encarcelados o torturados.
“Prácticamente desde que sabíamos leer y escribir, nuestros padres nos decían: si no volvemos más, marquen a éste número porque quizás nos hayan desaparecido”. Menciona que cuando eran niños tenían acceso a la información más cruda. “Aun así, teníamos conciencia de que ni con el amiguito de la escuela podíamos comentar nada de lo que veíamos, porque a veces podíamos meter en problemas a nuestros familiares”.Crecer en ese contexto les permitió conocer “la parte luminosa de esos días”; fueron testigos de una organización muy profunda, “de una capacidad de entrega de seres humanos por entregar incluso la vida. Esa parte nos ha marcado hasta el día de hoy”. Agrega que los niños que crecieron en la dictadura, vivieron esas dos partes: la brutalidad de la muerte, y al mismo tiempo, la vida expresada en el sentimiento de libertad y de compromiso.
Recuerda que a pesar de que no jugaba con su papá en los parques, ni iba al cine, si asistía “los barrios más pobres con un proyecto de educación popular, había un crecimiento espiritual y eso nos motivaba”.
Sin embargo, cuando Moyenei tenía sólo 13 años de edad, asesinaron a su padre, lo que detonó su activismo aunque, afirma, lo decidió desde muy pequeña, incluso antes de lo sucedido con su padre. “Cuando asesinan a mi papi, yo sentía que su muerte no debía ser en vano”.
Su padre era muralista y tenía un taller de “agitación y propaganda”; era un taller “muy chingón”, y la cantante agrega que todavía conserva los manuales escritos por su padre.
El día en que su padre fue asesinado, su mamá estaba con él, “lo tuvo en sus brazos”. Recuerda que su padre hacía un esténcil en la calle, a plena luz del día. El guardia de los estudios -ex-agente de la Central Nacional de Informadores (CNI)-, que estaba a su vez contratado por una empresa llamada Centinel, “empresa que se formó con todos los torturadores, espías y demás que trabajaron en la dictadura”-. Su papá quiso arrancarle el arma a un guardia que lo amenazaba, “corrió junto con mi mamá y a él le disparan a pocos metros por la espalda”.
Aquellos guardias de seguridad ya “no tenían chamba”. Manuel Contreras, otrora máximo líder de la policía secreta del gobierno de Augusto Pinochet, “hizo una empresa de seguridad donde reclutaron a todos los torturadores”.
El guardia que disparó trabajaba para los estudios Kreutzberger, que pertenecían a Mario Kreutzberger, mejor conocido en el mundo de la farándula como Don Francisco. El arma con la que asesinaron a su padre pertenecía al presentador de televisión. “El asesinato quedó impune porque él (Don Francisco) estaba involucrado y porque es una persona muy poderosa en Chile, a él no le puedes decir nada, sino te amenaza de muerte”.
Años después de ese evento, cuando Moyenei se hizo famosa a raíz de su música, “con una propuesta muy apegada a la memoria histórica en Chile, que hablaba sobre la exigencia de justicia”, denunció ante los medios de comunicación lo ocurrido, poco después recibió una amenaza de muerte, “porque no podía hablar mal de Don Francisco”. Cuando se evidenció el caso de mi padre, la jueza en turno lo cierra, sin posibilidad de reabrirlo.
Posteriormente Moyenei decidió salir de Chile y llegar a México. En ese momento, -cuenta-, su familia se desintegró, se separaron, y su madre se quedó tratando de conseguir justicia para su padre.
El día que asesinaron a su padre se filmaba un programa para la televisión. “Era sábado a las cuatro de la tarde. Mi papá estaba pintando en una muralla en la casa de a lado, junto a los Estudios Kreutzberger. Hubo muchos testigos, muchas personas que vieron y con todas esas pruebas no hubo justicia. Cuando denuncié ese hecho en los medios recibí amenazas por teléfono y no pude llegar más lejos”, sin embargo, pudo dar a conocer la historia.
El asesinato de su padre no se registró en las listas de violaciones de derechos humanos, pero no fue el único caso, pues agrega que miles de chilenos no tuvieron acceso a la justicia. “Nos costó mucho que apareciera en el memorial de la dictadura, luego de muchos años, además de que sus restos descansaran ahí”.
La muerte de su padre llegó en el último año de la dictadura. Ellos nunca quisieron irse al exilio: “yo les preguntaba por qué no se iban a otros lugares, pero ellos contestaban que debían quedarse para seguir luchando: ‘nosotros aquí tenemos la responsabilidad de luchar’”, recuerda la activista chilena.
Mario Kreutzberger (Don Francisco) se hizo famoso en Chile durante la dictadura, “tenía un programa que era la distracción los días sábados, Sábado Gigante, donde había participaciones de cantantes ligados a la dictadura. “Era como ver a la corte de Pinochet divirtiendo al pueblo”. En 1989 “era un ser intocable, y lo sigue siendo”. -Mario Kreutzberger fue el creador de la Teleton, concepto que se copió de Telethon del actor estadunidense Jerry Lewis, negocio que se ha cuestionado por el concepto de exención de pago de impuestos-. “Cuando asesinan a mi padre, él ya estaba muy posicionado entre los grandes empresarios de la comunicación y una figura pública intocable”.
El tiempo pasa…
A la distancia, “lo que sucedió a partir del golpe fue que se creó una sociedad apartada del resto de América Latina, con mucha injusticia social, con un –digamos “desarrollo” económico “muy chido”. Agrega que la clase media se masificó, había poca gente pobre y poca gente rica.
“La clase media era predominante –hasta ahora-. Pero era una sociedad desapegada de Latinoamérica, de los procesos de América Latina, de los procesos puntuales de la democracia, de la justicia social, y actualmente se han dado cuenta de que el neoliberalismo es sólo una apariencia, de que cada quien puede tener su carro y su casa, pero no tienen dinero para pagar la universidad y la educación de sus hijos”.Familias enteras se ven envueltas en serios problemas económicos, lo que ha propiciado un movimiento estudiantil muy grande en el país sudamericano, al respecto, Moyenei comenta que “el movimiento fue tan fuerte el año pasado que estaba desestabilizando el sistema económico y causando muchas molestias”. Implicó, por ejemplo, que en escuelas privadas los maestros no pudieran cobrar porque no había clases, pero ellos necesitaban dinero para sobrevivir; además, se dijo que se perdería el año y muchos chicos que estaban por entrar a la universidad decidieron regresar a clases.
El movimiento de 2006 en Chile, conocido como la Revolución de los Pingüinos, por el uniforme de los estudiantes secundarios, quienes encabezaban las protestas, “nos enseñó el poder de los movimientos estudiantiles en Chile. Fue tan importante que lograron hacer dos paros nacionales. El gobierno tuvo que decir que le entraba a la negociación, pero al final utilizó el mismo proceso que usa el gobierno mexicano, el cansancio”.
Los estudiantes, agrega, han visto que no han conseguido nada negociando “por las buenas”, y están radicalizándose. “Los chavos están desesperados porque quieren un cambio, necesitan que el gobierno escuche y se ponga a trabajar”.
Como respuesta, a la hora de salir a manifestarse o emprender algún tipo de acción, encuentran la violencia de Estado. “La fuerza de la policía a la hora de reprimir algunas movilizaciones se debe a la fuerza con la que la gente se sale a manifestar”, porque, añade, “la herida nunca se cerró”.
Agrega que no hubo una disminución en la transición con respecto a la violencia por parte del Estado, “incluso parece que hoy en día es más fuerte, hay un montón de armas químicas, armas de onda sonora que generan dolores de cabeza, cansancio, nauseas, y se en las manifestaciones”, lo que como respuesta, genera más violencia.
Sin embargo, gracias al cobre, que es la materia prima por esencia en Chile, y que fue nacionalizado por Salvador Allende, “Chile ha tenido un ingreso grandísimo, billonario en los últimos diez años”, por lo, comenta, los chilenos deberían de gozar de salud gratuita, una educación gratuita y de mucha calidad.
El gobierno “fresa” de Sebastián Piñera
Sebastián Piñera es uno de los empresarios más ricos de América Latina, incluso, era el hombre más rico de Chile cuando fue elegido presidente. Para Moyenei es claro que hay una tendencia empresarial neoliberal.
Durante el gobierno de Piñera se ha apostado por el estilo de la vida a la americana. La propuesta es la modernización con un aspecto de primer mundo, pero sólo en lo visual, porque en lo profundo no es así. Seguimos siendo un pueblo de tradiciones, costumbres, y esa modernización es algo que no es compatible con el latinoamericano. Pone como ejemplo la paulatina desaparición de los mercados tradicionales.
El gobierno de Sebastián Piñera es un gobierno fresa, elitista, sustenta Moyenei, “actualmente las universidades ya parecen malls gigantes. La ciudad en sí parece cada vez un mall, súper moderno, sin embargo, existen pocas oportunidades. La idea que nos dan no tiene que ver con la idiosincrasia mestiza que tenemos. Tenemos una copia de la sociedad gringa, donde te ponen la tele, la comida chatarra, la pornografía y no hay alternativas”.
Por: Sergio Adrián Castro Bibriesca
En: Desinformémonos
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