Nota de Prensa Universidad: En aras de aportar al debate, a continuación publicamos un artículo que le responde al autor del artículo Algunas apreciaciones sobre el "señor Rayón" publicado en nuestro blog.
Por: Estudiante de la Universidad Nacional
Quien esté al tanto de los complejos del mundo... que me informe, porque yo estoy sinceramente desubicado. Les digo más: Poco me importan. El hambre de los niños del África me abre el apetito; las armas químicas del medio oriente no las huelo; nunca se ha posado en mí una paloma; cuando habla la pachamama no le entiendo; y las bombas de Pyongyang no me llegan (en esto coincido con la mayoría). Es por esto y sólo por esto que puedo dedicarle mi angustia al "Señor Rayón" y al "Profesor UN", porque como ellos, no estoy sediento de revolución, ni de nada realmente.
Y lo digo porque es fantástico que en Colombia haya campo para estos debates. Me encanta esta logomaquia intrascendente, ¿qué más podría significar el cuestionamiento de un slogan que pretende inutilizar, neutralizar, subvertir, contradecir, tachar, censurar... a otro slogan? ¿Cuánta agua tuvo que pasar debajo del puente para que el tachón de un "Man-En-Calzoncillos" merezca el comentario filológico de un "Profesor UN"—así, con toda la pompa grandilocuente que ostentan los títulos? ¿Qué diría Bourdieu si le contaran que sin él no podríamos entender a "Rayadoman"?
Yo creo que le parecería tierno (terne, diría Bordieau), ¿Qué diría Hugo Boss si supiera que a sesenta años de su muerte un personaje de proclama su vida y obra sin siquiera conocerlo?
Sólo en esto quiero detenerme; porque entristece que un profesor de la universidad pueda incurrir en la tranquilla tan pobre, resentida... pero para lo que me importa: tan fácil, de asegurar primero que alguien intenta censurar un discurso imponiendo su contrario (el fascista por supuesto), para pasar inmediatamente a cuestionar si el tal escribidor conoce siquiera al tal Boss. ¿Qué tan vil debe ser un personaje para adolecer de dos defectos contrarios?
"Rayadoman" ha conseguido su objetivo, y no lo creo por reivindicarlo ni mucho menos. Mi hastío es más básico y menos visceral. Este personaje (bendito sea) nos destapa como somos: escritos, comentarios, discursos (humaredas perdidas, neblinas estancadas) superficiales, inicuos, retahílas de citas y arengas trasnochadas; mamertas y fachas (para usar los términos correctos). Bendito sea, qué personaje tan genial hemos creado. Él sólo, no es más que una garrapata, anda cojo todo el tiempo, incompleto y desnudo. Nosotros lo fingimos portador de un mensaje, le adjudicamos bandos, le proponemos estrategias. ¡Él es silencio! un niño que raya las paredes, ¡Nada más! Nosotros somos la entelequia.
Entonces (tercer acto) un Maestro advierte que las acciones del "Señor Rayón" obligarán a los estudiantes a utilizar vías de hecho, y no sorprenda a nadie si en efecto ocurre. No transcribo su argumento, porque como tal no existe. De hecho, toda su diatriba parte de la crítica que cité más arriba. Desde allí, claro, es fácil satanizar a cualquiera.
¿No es esto política de la peor? De la que dice que no se unta y para no untarse se revuelca, en lo más bajo, en lo más simple y en lo que menos importe, para que no se note que no servimos, para que las palabras queden flotando siempre, imperturbables ellas, angelitos empantanados ellas. Y mucho ojo con el que nos señale: de ese hay que estar pendientes y hundirnos en lo que dice, sólo así podemos pisar en firme, sino, nos tocaría ponernos serios, Dios nos libre!.
Digo esto sin tachar a nadie de fascista, comunista, totalitario, y sin citar a nadie porque soy uno y no muchos. Por esto, no sorprenda a nadie que lo que digo sea tan pobre, por no decir vacío. Ahí está el punto.
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